16 de diciembre de 2024 Donar
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De la casa de la primera santa ecuatoriana salen 66.500 hostias para el Congreso Eucarístico Internacional

La Madre Verónica de la Santa Fe muestra algunas de las hostias que serán consagradas durante el Congreso Eucarístico Internacional - Retrato de Santa Mariana de Jesús./ Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN News.

Unas 65.000 hostias, que desde este domingo están siendo consagradas en las misas del Congreso Eucarístico Internacional Quito 2024, no podrían haber salido de un mejor lugar: la casa de la primera santa ecuatoriana, Santa Marianita de Jesús, la cual fue convertida en monasterio carmelita pocos años después del fallecimiento de la joven.

El Monasterio del Carmen Antiguo de San José, conocido como El Carmen Alto, se ubica en el centro histórico de Quito, donde entre 1618 y 1645 vivió la santa ecuatoriana, quien era una gran devota de Santa Teresa de Jesús.

Según cuenta la historia, la joven Mariana de Jesús Paredes había manifestado el deseo de que su hogar se convirtiera en monasterio carmelita. Ahora, este alberga a 21 religiosas quienes en las últimas semanas se entregaron a la tarea de completar 133 paquetes de 500 hostias pequeñas cada uno, y 130 paquetes de 25 hostias medianas cada uno, además de las formas grandes que tienen una medida especial.

“Elaborar las formas es traer a Jesús a nuestra vida, traerle a Jesús al corazón de las personas”, manifestó a ACI Prensa la Madre Verónica de la Santa Faz, priora del Monasterio de El Carmen Alto.

¿Cómo se elaboran las hostias?

La masa harina de trigo con agua, de la cual se elaborarán las hostias, pasa primeramente por una máquina con la que se van formando unas láminas, de las cuales retiran manualmente los bordes irregulares.

Luego de elaborarse la masa, la siguiente etapa es hacer las plantillas por medio de una máquina. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN Noticias.

Posteriormente, las láminas son llevadas a un cuarto para ser humectadas y luego a otro para su secado, con el fin de evitar que se formen grumos.

Después, las láminas son introducidas a una máquina cortadora de la que van saliendo las hostias pequeñas. De otra salen las formas medianas, que son utilizadas por los sacerdotes en la consagración. La etapa del cortado puede tomar unas tres horas.

Una joven carmelita pasa las plantillas a través de una máquina cortadora, de dónde van cayendo las formas. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN Noticias.

Finalmente, las formas son depositadas sobre una mesa para que las monjas las examinen minuciosamente y se seleccionen sólo las perfectas. Las irregulares o partidas son separadas para su venta al público.

En un periodo regular, el Monasterio de El Carmen Alto produce 70 paquetes de 400 hostias cada uno, es decir 28.000 formas, cuyas ventas sirven para el sustento de las monjas.

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Una de las monjas carmelitas muestra las hostias elaboradas en el Monasterio El Carmen Alto, en Quito (Ecuador). Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN News.

Sin embargo, la Madre Verónica aclaró que “no es que todo el día lo pasamos acá”. “En la mañana es toda la cocción, y ahora con el Congreso, están las hermanitas trabajando un poco más, entonces estamos dando una hora más de cocción, para en la tarde dedicarnos a los estudios, porque cada una tiene su formación”, explicó. 

Queremos que la gente conozca a Jesús Eucaristía

En su conversación con ACI Prensa, la Madre Verónica indicó que, por lo menos en Ecuador, todos los monasterios elaboran hostias para su sustento diario, “y al mismo tiempo para que las personas puedan recibir a Jesús, porque es el alimento”. “Si no fuera nuestro alimento, ¿qué sería de nosotros?”, expresó.

En ese sentido, dijo que “lamentablemente no nos damos cuenta del valor tan grande que es la Eucaristía” y el don que significa recibir con ella al mismo Señor. “¿Por qué estamos viviendo ahora tanta confusión? Porque el alma se ha alejado de Dios”, indicó.

Por ello, la monja carmelita afirmó que “el hombre, ahora más que nunca, necesita de este alimento espiritual”.

La Madre Verónica recordó que muchos santos se alimentaban solamente del cuerpo de Cristo, como fue el caso de Santa Mariana de Jesús, “nuestra primera santa ecuatoriana”. 

“Ella, justamente en los últimos meses, ya no comía absolutamente nada, según cuenta la historia”. Fue “un alma eucarística que todos los días asistía a la Compañía de Jesús, a la Santa Misa, a recibir el cuerpo y la sangre de Cristo”, relató.

En ese sentido, recordó que Jesús “se ha quedado, sobre todo, para acompañarnos en el Santísimo Sacramento”, para que vayamos “donde Él como un amigo, un hermano que está a nuestro lado y que nos dice, como le diría Marta a María: el Maestro está ahí, te está llamando”.

“Está llamando todo el día para que vayamos. Pero, ¿qué pasa? Las iglesias, ahora más que nunca, vacías, olvidadas, los sagrarios abandonados. Antes había tanta gente que le buscaba”. En cambio, “¿ahora qué buscamos? Los medios digitales”, observó. 

Por ello, aseguró que las monjas, “como mujeres de vida contemplativa, más por nuestro espíritu carmelitano, lo que queremos es esto: hacer que le conozcan, que lo puedan recibir para que sientan esa fortaleza, y así también pueden ganar mucho más”.

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