Ofrecemos la versión oficial en español facilitada por el Vaticano del discurso del Papa Francisco dirigido a las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático reunidas en el Palacio Presidencial de Indonesia, primera escala de su viaje a Asia, el más largo de su pontificado.
Señor Presidente,
distinguidas autoridades,
eminentísimos señores Cardenales,
señores Obispos,
distinguidos Representantes de las comunidades religiosas y de las diversas religiones,
ilustres representantes de la sociedad civil,
miembros del Cuerpo diplomático:
Le agradezco cordialmente a usted, señor Presidente, la grata invitación a visitar el país, así como sus amables palabras de saludo. Deseo expresar al Presidente electo mis más cordiales deseos de una fructífera labor al servicio de Indonesia, extenso archipiélago de miles y miles de islas bañadas por el mar que comunica Asia con Oceanía.
Casi se podría afirmar que, al igual que el océano es el elemento natural que une todas las islas indonesias, así el respeto mutuo de las particularidades culturales, étnicas, lingüísticas y religiosas específicas, de todos los grupos humanos que componen Indonesia, es el hilo conductor indispensable que hace que el pueblo indonesio se mantenga unido y se sienta orgulloso.
Vuestro lema nacional “Bhinneka tunggal ika” (“Unidad en la diversidad”, que literalmente significa “Muchos, pero uno”) pone de manifiesto esta realidad multiforme de pueblos que son diversos, pero firmemente integrados en una sola nación. Y muestra también que, al igual que la gran biodiversidad presente en este archipiélago es fuente de riqueza y esplendor, análogamente, las diferencias específicas contribuyen a formar un magnífico mosaico, en el que cada pieza es un elemento insustituible en la composición de una obra original y preciosa. Y este es vuestro tesoro, es vuestra mayor riqueza.
La armonía en el respeto a las diferencias se logra cuando cada opinión particular tiene en cuenta las necesidades que son comunes y cuando cada etnia y confesión religiosa actúa con espíritu de fraternidad, persiguiendo el noble objetivo de servir al bien de todos. El ser conscientes de que se está participando en una historia compartida en la que cada uno brinda su propia contribución, y donde la solidaridad de cada cual hacia el conjunto es fundamental, ayuda a identificar las soluciones adecuadas, a evitar la polarización de las diferencias y a transformar la confrontación en colaboración eficaz.