2 de septiembre de 2024 Donar
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Francisco no será el primer Papa en visitar Papúa Nueva Guinea

Papa Francisco./ Crédito: Daniel Ibáñez (ACI).

El Papa Francisco visitará Papúa Nueva Guinea del 6 al 9 de septiembre como parte de un viaje de 11 días por varios países de Oceanía. Sin embargo, no será el primer pontífice que pise la nación insular: San Juan Pablo II visitó la isla en 1984 y 1995.

Papúa Nueva Guinea (PNG), que abarca la mitad oriental de una isla del suroeste del Pacífico, es el hogar de casi 9 millones de personas. Es considerado uno de los países étnicamente más diversos del mundo, pues lo habitan cientos de grupos étnicos indígenas con 851 lenguas propias.

Casi toda la isla está habitada por cristianos, de los cuales el 26% son católicos.

Los viajes de San Juan Pablo II

San Juan Pablo II visitó Papúa Nueva Guinea por primera vez en mayo de 1984 y rindió homenaje a la fuerza del catolicismo en la isla. Durante su visita, celebró Misas por las vocaciones, por los enfermos y por la evangelización. También se dirigió a los jóvenes, a los obispos, al clero, a los religiosos y a los laicos.

En la Misa por las vocaciones en el Estadio de Port Moresby, en la capital de Papúa Nueva Guinea, San Juan Pablo II destacó la historia de los misioneros que llegaron a la isla trayendo la fe católica.

“En este momento, mi pensamiento se dirige de manera particular a los misioneros: a aquellos que trajeron por primera vez el mensaje de Cristo a estas islas y a aquellos que continúan sirviendo aquí hoy”, dijo el 7 de mayo de 1984. “No es posible contar toda la historia del Evangelio en Papúa Nueva Guinea, pero deseo rendir homenaje a la historia sagrada de la evangelización”, expresó.

El Papa recordó el primer intento de evangelización de los maristas en 1847, quienes fueron forzados a partir. Cinco años después, llegaron los misioneros del PIME, pero también se vieron obligados a marcharse tras tres años de trabajo en la isla.

No fue hasta la llegada de los Misioneros del Sagrado Corazón en 1882 cuando la isla conoció una nueva era de “evangelización ininterrumpida”, explicó el Papa polaco.

En 1885, los Misioneros del Sagrado Corazón llevaron su trabajo misionero a una nueva área de la isla, esta vez a lo largo de la zona costera conocida como Papúa. Fue allí, el 4 de julio, donde “el Santo Sacrificio de la Misa fue ofrecido a Dios por primera vez en suelo papú”, recordó el santo.

Durante su despedida de la isla, el 10 de mayo de 1984, el Santo Padre dijo: “He sido testigo de cómo la fe católica ha echado raíces profundas en esta tierra y ha comenzado a dar frutos en generosa medida. Veo una gran esperanza para el futuro de la Iglesia en Papúa Nueva Guinea”.

San Juan Pablo II regresó a la isla por segunda vez en 1995. Esta vez para beatificar al primer beato de Papúa Nueva Guinea, Peter To Rot.

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Peter To Rot era un católico que sirvió como catequista en su pueblo después de que el ejército japonés se llevara al sacerdote a un campo de trabajo durante la Segunda Guerra Mundial. El presbítero le dijo al futuro beato: “Ayúdalos, para que no se olviden de Dios”.

A pesar de la opresión nipona, To Rot laboró en secreto para mantener la fe. Fue un gran defensor del matrimonio cristiano, trabajando para desafiar la ley japonesa, que permitía a los hombres tomar una segunda esposa.

Hacia el final de la guerra, las reglas contra la libertad religiosa se volvieron aún más estrictas y se prohibió cualquier tipo de oración. To Rot fue arrestado y enviado a un campo de trabajos manuales en 1944 por su continua desobediencia. En 1945 fue asesinado por medio de la inyección letal y se lo considera un mártir de la fe católica.

En la Misa de beatificación, el 17 de enero de 1995, San Juan Pablo II dijo que el testimonio evangelizador de To Rot “inspiró a otros, en situaciones muy difíciles, porque vivió su vida cristiana de manera pura y alegre”.

Añadió: “El Beato Pedro comprendió el valor del sufrimiento. Inspirado por su fe en Cristo, fue un esposo devoto, un padre amoroso y un catequista dedicado, conocido por su bondad, gentileza y compasión. La Misa diaria y la sagrada Comunión, y las frecuentes visitas a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, lo sostuvieron, le dieron sabiduría para aconsejar a los desanimados y coraje para perseverar hasta la muerte”.

El pontífice instó a los fieles a “recordar siempre a Peter To Rot. Debéis pensar siempre en su fe; debéis pensar siempre en su vida en la familia; debéis pensar siempre en su trabajo como catequista. Porque Peter To Rot nos muestra el camino. Él nos muestra el camino a todos nosotros, pero especialmente a las familias aquí en Papúa Nueva Guinea y a los jóvenes y a todos aquellos hombres y mujeres que predican la palabra de Dios al pueblo”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

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