Antes del rezo del Ángelus de este domingo y en su reflexión del Evangelio de hoy en el que Jesús habla sobre la pureza, el Papa Francisco advirtió del peligro de la doble vida, de las actitudes del ritualismo fariseo que “hieren el alma y cierran el corazón”.
Al referirse a la distinción entre puros e impuros, que hacían los fariseos casi como una “obsesión” en el tiempo de Cristo, el Papa Francisco precisó que no sirve de nada lavarse las manos varias veces “si luego se albergan en el corazón malos sentimientos como la avaricia, la envidia y la soberbia, o malas intenciones como el engaño, el robo, la traición y la calumnia”.
“Jesús llama la atención para cuidarse del ritualismo, que no hace crecer en la bondad; al contrario, a veces este ritualismo puede llevar a descuidar, o incluso a justificar, en uno mismo y en los demás, opciones y actitudes contrarias a la caridad, que hieren el alma y cierran el corazón”.
El Santo Padre alertó que “no se puede, por ejemplo, salir de la Santa Misa y, ya en el atrio de la iglesia, detenerse con habladurías malvadas y despiadadas sobre todo y todos. Ese chisme que malogra el corazón, que malogra el alma. ¡No se puede! Si vas a Misa y luego haces estas cosas, ¡es algo malo!”.
“O mostrarse piadoso en la oración, pero luego en casa tratar a los miembros de la propia familia con frialdad y desapego, o descuidar a los padres ancianos, que necesitan ayuda y compañía”.
“Esta es una doble vida y no se puede. Y esto es lo que hacían los fariseos: la pureza externa sin las buenas actitudes, actitudes misericordiosas con los demás”, subrayó el Papa Francisco.