El 25 de agosto es el Día internacional del peluquero y barbero, oficio del que San Martín de Porres es el santo patrono. Por ello les contamos la visión mística que tuvo un peluquero a quien el santo formó y que ayudó a llevarlo a los altares.
En el libro Vida de San Martín de Porras, escrito por el sacerdote jesuita Rubén Vargas, se cuenta que el santo se convirtió en benefactor y protector de un adolescente llamado Juan Vázquez, quien había caído en la pobreza. El muchacho, proveniente de España, al ver que el fraile era barbero le dijo que quería ser su discípulo y el santo aceptó.
Entre los dos surgió una gran amistad, tanto así que el P. Vargas indica que Juan fue “testigo de tantas maravillas obradas por su mano” y hasta “le ha contemplado tantas veces bañado de luz o elevado en el aire que no vacila en tenerlo por santo”. Por ello San Martín le impuso conservar todo esto en silencio.
Juan acompañaba al fraile a visitar al virrey, quien solía dar una limosna al santo. El mandatario le propuso en dos ocasiones a Juan que se hiciera soldado, algo que le agradó mucho.
El santo entonces mandó a su discípulo al puerto del Callao con un decreto del virrey y en el camino se encontró con un alférez, quien lo enroló en su compañía.
San Martín, tratando a Juan como a un hijo, le dio un poco de dinero para que se sostenga y le dijo que si se le presentaba alguna necesidad, que fuera al convento.