Nacida hace 61 años en una familia musulmana en Turquía, Belkız fue la primera hija después de dos hijos varones. De niña, iba a la mezquita y leía el Corán en árabe, pero dice que no lo entendía. Después de leer libros de filosofía materialista en su juventud, se volvió atea a los 15 años.
Belkız (cuyo apellido se omite por razones de privacidad) le dijo a ACI Mena —agencia de noticias en árabe de EWTN News—, que después de graduarse de la universidad se convirtió en profesora de literatura y leía libros constantemente. A los 28 años, leyó el libro de Turan Dursun Esto es religión. (Dursun, un ex musulmán chiíta y erudito que se convirtió en ateo, fue asesinado debido a lo que escribió sobre el islam y la religión. Su libro critica los libros religiosos, principalmente el Corán).
Belkız no podía creer lo que leía, así que compró un Corán en turco y lo leyó. Luego, con la Biblia sucedió lo siguiente: compró una en la Feria del Libro de Esmirna y fue invitada a ver una película en una iglesia protestante sobre la vida de Jesús basada en el Evangelio de Lucas.
Ver la película cambió por completo su forma de pensar sobre Dios. La historia bíblica que más la conmovió fue la oración del publicano y el fariseo en el Templo. Aquí vio su propio pecado. Porque, al igual que el fariseo, estaba tan segura de su propia rectitud que experimentó su primera vergüenza ante Dios. “Ama a tus enemigos” se convirtió en su guía. Al final de la película, Belkız oró con todo su corazón: "Señor, por favor entra en mi vida, dejo mi vida en tus manos, haz conmigo lo que quieras".
Después de eso, fue a la iglesia protestante todos los domingos, leía la Biblia regularmente y siempre asistía a las reuniones de oración. Fue bautizada y vivió feliz en una relación viva con Dios.
Luego, un domingo durante un servicio en la iglesia en 2005, una persona joven que estaba tomando pan y vino en la mesa del Señor tomó el pan, puso la corteza en su boca y apretó el interior del pan en la palma de su mano. Cuando Belkız vio esto, se sintió incómoda porque sintió como si el cuerpo del Señor hubiera sido herido. Habló con un amigo protestante al respecto. Este último le indicó que estaba bien porque “realmente no es el cuerpo del Señor, lo hacemos en memoria; los católicos realmente creen que es el cuerpo de Cristo”.