COMENTARIO: ¿Se presentará la plataforma de Kamala Harris como un movimiento hacia el centro o como un llamado a la base progresista?
En un sentido, los espectadores de la Convención Nacional Demócrata en Estados Unidos de la próxima semana saben exactamente qué esperar. Las convenciones de nominación de hoy en día son esencialmente largos comerciales de televisión. No están diseñadas para hacerte pensar demasiado —¿alguien vio la rutina de Hulk Hogan rompiendo su camiseta en la Convención Nacional Republicana del mes pasado?—. Están hechas para proyectar unidad y entusiasmo por el candidato, al tiempo que buscan atraer al mayor número posible de votantes.
Habrá ovaciones de pie y eslóganes; habrá globos.
Pero en otro sentido, la próxima convención en Chicago tiene un poco de misterio. La carrera abreviada entre la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump, para la cual hay poco precedente histórico, ha aumentado el número de incógnitas sobre los procedimientos de la próxima semana, así como sobre el resto de la campaña.
Por un lado, no está claro dónde se encuentra Harris en varios temas importantes. Al momento de escribir esto, 28 días después de su campaña, Harris aún no ha concedido una entrevista ni ha realizado una conferencia de prensa. La cobertura mediática de su campaña se ha centrado en gran medida en la atmósfera y la estética.
Hemos escuchado mucho sobre la energía que ha aportado a su partido, especialmente sobre la “alegría”, pero poco sobre su plataforma. Ha habido indicios de que ha moderado sus posiciones en diversas políticas, como Medicare para todos, el fracking (fracturación hidráulica) y la política fronteriza. Pero sin un escrutinio mediático, es imposible decir con certeza cómo planea gobernar.