En medio de una caída en las tasas de fertilidad y una ansiedad generalizada por la disminución de la población en los Estados Unidos y el resto del mundo, múltiples encuestas indican que muchos estadounidenses jóvenes están renunciando a tener hijos simplemente porque no quieren tenerlos.
Los formuladores de políticas y los analistas se han esforzado por explicar por qué las tasas de fertilidad se han desplomado en gran parte del mundo desarrollado, incluidos Estados Unidos, Europa y muchos países asiáticos.
En muchos países, las tasas de fertilidad han estado por debajo de los “niveles de reemplazo” durante años, lo que aumenta la perspectiva de una inminente disminución de la población y las consiguientes perturbaciones sociales.
En Corea del Sur, por ejemplo, la tasa de fertilidad es marcadamente inferior a un nacimiento por mujer, mientras que en algunos países europeos como Italia y España las tasas son casi igual de bajas.
Diversos líderes han sostenido durante años que un factor importante de esas bajas tasas es el alto costo de la maternidad, lo que ha llevado a muchos expertos a proponer una generosa expansión de los beneficios familiares como un medio para aumentar las tasas de fertilidad.
Sin embargo, encuestas recientes ofrecen explicaciones diferentes. Una encuesta de Pew Research de julio mostró que, entre los estadounidenses en edad fértil, la mayoría dice que simplemente “no quiere”. Más del 40% dice que “quiere concentrarse en otras cosas”, y poco menos del 40% cita el “estado del mundo”. Por otro lado, poco más de un tercio dicen que “no pueden permitirse criar a un hijo”.