COMENTARIO: A diferencia de los retratos amenazantes que hacen los críticos del Opus Dei, San Josemaría Escrivá fundó "la Obra" para ayudar a las personas a ser "contemplativas en medio del mundo", santificando su vida y su trabajo diarios.
A finales de julio, The Guardian publicó un artículo destinado a desprestigiar a Kevin Roberts, presidente de la Fundación Heritage, por su asociación con el Opus Dei, una Prelatura personal de la Iglesia Católica.
El artículo se esforzaba en presentar al Opus Dei bajo una luz ominosa. Describía al grupo como "un proyecto político envuelto en un velo de espiritualidad"; sacaba de contexto una cita del fundador del grupo, San Josemaría Escrivá, sobre los miembros que formaban una "milicia naciente", como si estuviera hablando de una milicia física y no espiritual; y tachaba al Opus Dei de "radical": lo cual, por supuesto, es cierto, sólo que no por las razones que The Guardian piensa.
Sin duda, el autor pretendía evocar imágenes de monjes encapuchados corriendo por túneles subterráneos iluminados con antorchas, como en El Código Da Vinci. Este antiguo bulo anticatólico —que los católicos son una secta secreta empeñada en dominar el mundo— se esgrimió para desacreditar a Roberts.
Pero esto sólo me hizo pensar en mi amigo Joel, un supernumerario del Opus Dei que me introdujo en el grupo hace cuatro años.
Joel es, como se suele decir, un personaje.