San Juan cuenta en su Evangelio que acogió a la Virgen en su casa desde que Cristo crucificado se la encomendó en Jerusalén, donde hay una tumba de María. Sin embargo, el Apóstol se fue a vivir a otra ciudad.
Una beata y hasta un Papa afirmaron que en este último sitio la Virgen partió al cielo, pero el Pontífice murió antes de oficializarlo.
En la ciudad santa
La antiquísima tradición cristiana señala que la Virgen terminó su peregrinaje por esta tierra en lo que actualmente es la Basílica de la Dormición de Jerusalén. Desde allí los Apóstoles habrían llevado el cuerpo de María hasta un sepulcro en las inmediaciones de Getsemaní.
Sobre esta tumba está hoy la Iglesia Ortodoxa del Sepulcro de María, donde los franciscanos Custodios de Tierra Santa van a rezar “oficialmente” una vez al año, cada 15 de agosto. En este día, el Custodio de Tierra Santa entra a orar ante la roca donde se habría recostado el cuerpo de la Virgen, antes que fuera llevada al cielo en cuerpo y alma.