14 de agosto de 2024 Donar
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Exorcista explica cómo evitar la acción del demonio en tu vida

P. Miguel Tamagno/ Crédito: Diócesis de Chascomús

“El demonio es como un perro encadenado que no puede morder”, decía San Agustín. “Pero no vayas a ponerle la mano en la boca”, advierte el P. Miguel Tamagno, designado exorcista en la diócesis argentina de Chascomús, en el recientemente creado Ministerio de la Consolación.

El P. Tamagno fue nombrado para esta tarea por el flamante Obispo de Chascomús, Mons. Juan Ignacio Liébana, quien difundió una carta para anunciar la creación del Ministerio, con el fin de “ayudarnos a vivir mejor nuestra espiritualidad cristiana", según informa AICA.

El sacerdote, que ejerce su ministerio pastoral en la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, en la ciudad de la Costa Atlántica que lleva el nombre de la misma santa, explicó a ACI Prensa que “el Ministerio de la Consolación es muy amplio, y dentro de él está el ministerio del exorcismo”. La tarea es la de “acompañar, a través de distintos sacerdotes y de la comunidad cristiana, a personas posesas o no”.

“Nunca elegí esto”, reconoce el exorcista de 67 años. “Lo que sí me ha pasado, en la historia pastoral, es que muchos casos teníamos que derivarlos a [la Arquidiócesis de] La Plata, entonces de alguna manera la realidad me fue involucrando”.

El P. Tamagno lleva varios años formándose. Mientras Mons. Carlos Malfa era Obispo de la diócesis, el sacerdote participó de algunos congresos de exorcistas que se hicieron en Argentina, donde pudo conocer algunas cosas fundamentales. 

Cuando Mons. Liébana asumió el gobierno pastoral de la diócesis, lo invitó a encargarse de esta tarea, para lo que completó su formación específica con el libro de las llamadas “líneas guía”, y recibió formación online con un grupo de exorcistas de México, que explicaban cada uno de los capítulos. “Eso es lo esencial, pero hay una formación que es toda la vida, como en cualquier área”, aclara.

“Hay diócesis que lo tienen hace años, y después, la realidad ha cambiado mucho, y en este momento hay una formación específica para esta área, por la necesidad”, destaca.

¿Cómo actúa el demonio en las personas u objetos?

“Lo común es que el demonio actúe ordinariamente, mediante la tentación, ¿no? Pero las acciones extraordinarias son menores. Por eso no es tan conocido”, aclara el sacerdote.

Hay distintos “niveles” o formas de acción extraordinaria: “La posesión tiene que ver con lo físico; la obsesión, con lo psíquico; la vejación, con lo físico pero de otra manera; y también la infestación en cosas, en objetos”.

“Pueden pasar cosas que con una bendición desaparece todo. Una bendición rompe una maldición. Por ejemplo, es muy común donde estoy yo, en la costa, que tiran cosas, maleficios, y con una bendición con agua bendita no necesitas nada más; pero hay otros casos más complejos”.

En los casos de acción extraordinaria del demonio, “siempre es un proceso, puede haber algún caso que sea rápido, pero es un proceso”, sostiene. 

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Luego de ese proceso, la tarea de la pastoral de la consolación es la de buscar “cómo integrar esa persona a la comunidad cristiana, cómo abrirse a las cosas de Dios”.

¿Cómo se distingue la acción del demonio de una patología mental?

En ocasiones suele haber similitudes entre problemas de salud mental y casos denominados “preternaturales”, es decir, fruto de la actuación de naturaleza angélica o demoníaca.

Al respecto, el P. Tamagno explica: “A veces es muy común que alguien va de psicólogo en psicólogo, de psiquiatra en psiquiatra, y después termina siendo algún caso preternatural”, o en otros casos, “personas que clínicamente están perfectas”, y acuden a un sacerdote ”aunque no es tan frecuente”. En general, “el contacto lo hace la familia”.

“Entre las acciones extraordinarias puede tocar lo corporal, pero también lo psíquico. Y como en lo psíquico hay mucha similitud con determinadas enfermedades mentales, es importante también poder consultar a algún profesional” de la psiquiatría.

En el caso de Chascomús, todavía no cuentan con profesionales de la salud, “pero ya van a aparecer”, dice esperanzado el exorcista.

¿Qué necesita un sacerdote para ser exorcista?

“Cualquier sacerdote puede ser exorcista. Uno tiene que estar abierto a Dios porque es Dios quien libera, pero cualquier sacerdote está capacitado”, asegura. “La Iglesia elige a uno, y pone en él todo el apoyo, toda la oración, y lo prepara para abrirse a Dios”.

El P. Tamagno hace hincapié en que, al igual que en la consagración, “yo, como persona, no puedo hacer absolutamente nada. Es Dios el que hace. Es a través de Él, es Él quien libera”. Es “el mismo Dios el que está obrando la liberación”.

¿Los exorcismos son como se muestran en las películas?

Algunas películas de cine muestran el ritual del exorcismo como una especie de contienda entre el sacerdote y el espíritu maligno, que dota de una fuerza especial a la persona poseída. “Hay un luchar… Es Dios quien lucha y libera al maligno. Y a veces hay efectos que por ahí utilizan las películas que no son naturales, por eso es que hablamos de ‘preternaturales’”, explica.

“También eso es un signo de que esto no es natural. Entonces, al no ser natural, bueno, pueden ocurrir cosas”, deja entrever el sacerdote.

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¿Cómo evitar la acción extraordinaria del demonio?

“La persona que vive una vida sacramentada, que está abierta a Dios, está mucho más protegida que la que abre puertas que no son las que hay que abrir, al curanderismo, a tantas cosas que pueden llevarte al mal”.

“También ha pasado en la vida de santos, que han tenido que luchar mucho. El Cura de Ars tuvo una lucha muy grande, pero lo que nos tiene que quedar claro es que el demonio y los espíritus del mal son criaturas, y Dios vence al mal”, insiste.

Hay una imagen que lo ilustra, una frase de San Agustín: “El demonio es como un perro encadenado que no puede morder”. Citando al santo, el sacerdote precisa: “Un perro atado no te puede hacer nada”, pero advierte: “No vayas a ponerle la mano en la boca”.

“A veces uno se va abriendo a caminos que no son adecuados y, bueno, va cambiando la vida y te das cuenta que te equivocaste. Para quien vive una vida de fe sólida, es más difícil que ocurra esto”, asegura.

“Hay una necesidad propia de la naturaleza humana, que la podemos tapar con cosas, pero esa necesidad está. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y necesitamos de Dios”.

“Cuando eso falta, podemos completar ese vacío con muchas cosas, pero cuando llegás a una situación límite, vas descubriendo esa necesidad que es propia de la naturaleza humana, la necesidad de Dios”, concluye.

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