27 de julio de 2024 Donar
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6 maneras de mantener el impulso del Avivamiento Eucarístico en Estados Unidos

En el sentido de las agujas del reloj, desde arriba a la izquierda: Cristo es adorado en el centro de Indianápolis el 20 de julio; el Obispo Andrew Cozzens bendice a los fieles con el Santísimo Sacramento desde el Indiana War Memorial el 20 de julio; la Hostia es elevada en la misa y adorada en el Lucas Oil Stadium el segundo día del Congreso Eucarístico Nacional./ Crédito: Jeffrey Bruno.

El 10º Congreso Eucarístico Nacional de Estados Unidos fue un espectáculo para la vista. El fervor por la presencia real de Jesús en la Eucaristía, que los católicos estadounidenses han mostrado desde el inicio de 2021, ha sido asombroso. 

Y con el envío de Pentecostés de miles de peregrinos desde los cuatro puntos cardinales, que convergieron en Indianápolis durante cinco días, del 17 al 21 de julio, el escenario parece estar preparado para una efusión de la gracia de Dios que la Iglesia Católica en Estados Unidos necesita con urgencia.

Los fieles deben llevar este fervor más allá de Indianápolis y más allá de la conclusión del Avivamiento Eucarístico Nacional en 2025.

¿Cómo mantener el impulso de este avivamiento? En la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis de 2007, el Papa Benedicto XVI esbozó seis estrategias prácticas para fomentar la devoción eucarística que la Iglesia puede poner en práctica para mantener vivo el renacimiento eucarístico.

1. Continuar la predicación eucarística, centrada en la formación sobre la liturgia y su belleza

La Misa, la forma más elevada de oración, es quizá la oración más incomprendida. Por eso, la predicación debe centrarse en la liturgia, sus misterios y sus oraciones, para desarrollar un aprecio más profundo por la obra de Dios en la liturgia y en la propia vida. 

Esto fomenta una reverencia eucarística más profunda, ya que, como personas eucarísticas, estamos destinados a vivir la Misa. Mediante la predicación y los recursos formativos, los fieles, conmovidos por la belleza de la liturgia, desearán participar en la obra salvífica de Dios y tendrán hambre de recibir el alimento espiritual que nunca perece.

2. Renovar el Sacramento de la penitencia

Como para comulgar hay que estar en estado de gracia, la Eucaristía y la Confesión no deben separarse. San Ireneo predicaba que “la gloria de Dios es el hombre plenamente vivo”.

En la cruz, Cristo sufrió y murió para que el hombre experimentara la vida, la gloria y la visión de Dios. Cuanto más vivimos en estado de gracia, más vivimos en unión con Dios. Cuanto más recibimos a Cristo en la Eucaristía, haciéndonos connaturales con Él, más vivimos plenamente. Esta es la verdadera libertad, y perderla de vista tiene consecuencias nefastas. 

El Papa Benedicto XVI advirtió que “la pérdida de la conciencia del pecado comporta siempre una cierta superficialidad en la comprensión del amor de Dios”. Al ignorar el pecado y sus efectos nocivos, nos separamos de Dios y estropeamos nuestra comprensión del amor de Dios que encontramos en la Eucaristía.

3. Fomentar la práctica de ganar indulgencias

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La obtención de indulgencias refuerza las verdades de la Eucaristía y del Sacramento de la penitencia: que estamos unidos los unos a los otros y que por nosotros mismos no podemos reparar el castigo temporal contraído por nuestros pecados. 

El Papa Benedicto instruyó que, dado que “las condiciones para obtener una indulgencia incluyen la confesión y la recepción de la comunión sacramental, esta práctica puede sostener eficazmente a los fieles en su camino de conversión y en el redescubrimiento de la centralidad de la Eucaristía en la vida cristiana”.

4. Orar con la palabra de Dios

El Papa Benedicto enseña que Dios habla en el presente, como atestigua su presencia en la liturgia. La lectio divina (lectura orante de la Biblia) y el rezo de la Liturgia de las Horas sumergen a los fieles en la Palabra de Dios, alimentando la receptividad para encontrar y escuchar a Dios a través de las Escrituras. 

Esta atención a la Palabra de Dios enriquece la participación en la liturgia, ya que los fieles escucharán a Dios hablarles a través de las lecturas y oraciones de la Misa. 

5. Restablecer el domingo como día de descanso

La celebración del Día del Señor nos recuerda que estamos hechos para el banquete celestial y nos ayuda a reorientar nuestra semana hacia Dios. 

Centrados en la Eucaristía y compartiendo la vida comunitaria de la Iglesia, los cristianos redescubren “la forma eucarística que su vida debe tener” y responden haciendo de su vida una continua ofrenda a Dios. 

6. Ofrecer y fomentar la oración privada antes de la Eucaristía

Las parroquias deben catequizar a los fieles sobre la belleza de la adoración eucarística y deben alimentar las almas de los fieles haciendo accesible la Eucaristía. 

Las Horas Santas parroquiales, la adoración semanal, la adoración nocturna del Primer Viernes, la devoción anual de las 40 Horas y las procesiones eucarísticas ofrecen a los fieles la oportunidad de encontrarse con el Señor Eucarístico en la oración y de descansar en su presencia. 

Catequizando a los fieles e implementando estas seis prácticas, la Iglesia, mucho después de la experiencia en la cima de la montaña del Congreso Eucarístico y del Avivamiento, continuará construyendo una mayor creencia, reverencia y amor por la Eucaristía, a la vez que incitará el deseo de todos los católicos de vivir su fe participando en la vida sacramental de la Iglesia.

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Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.

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