J.D. Vance, el candidato republicano a la vicepresidencia de los Estados Unidos, está a una elección de convertirse en el primer vicepresidente católico del Partido Republicano.
Pero el senador de Ohio, que se postula junto a Donald Trump en la boleta del Partido Republicano, no es el típico conservador católico, al menos no el tipo que ha sido la norma en la política estadounidense durante el último medio siglo.
En lugar de eso, Vance es un miembro autodenominado de la “derecha post-liberal”, un movimiento político emergente que da la vuelta al guión conservador convencional y enfatiza el bien de la comunidad sobre la libertad individual. Este enfoque controvertido, que está inspirado en la Iglesia Católica y es también objeto de controversia dentro de la misma, incluye el uso del poder estatal para asegurar sus objetivos, otro rompimiento con el procedimiento estándar de la derecha estadounidense.
Y si Vance es elegido vicepresidente, el “post-liberalismo” no sólo moldeará la política federal de maneras nuevas e inéditas. También es probable que tenga un gran impacto en toda la perspectiva política de la derecha estadounidense, quizás especialmente entre los conservadores católicos.
“Espero que la elección de una fórmula Trump-Vance le dé al post-liberalismo una renovada energía intelectual”, sostuvo el teórico político Kevin Vallier, quien escribió un libro sobre el ascenso de los movimientos políticos religiosos y anti-liberales. Vallier anticipa que una vicepresidencia de Vance llevaría a que las ideas post-liberales se vuelvan “más comunes” en los círculos conservadores.
El post-liberalismo, como su nombre sugiere, es un rechazo del liberalismo. El liberalismo se refiere no sólo a la visión del mundo de la izquierda política estadounidense, sino a una filosofía política más amplia que otorga una gran importancia a la libertad individual y es, sin duda, la perspectiva dominante en la vida política y social estadounidense.