San Benito Abad, cuya fiesta la Iglesia Católica celebra este 11 de julio, es conocido por ser un gran exorcista. Por ello les compartimos tres momentos en los que el santo contrarrestó los ataques que el diablo lanzó contra sus monjes y el lugar donde vivían.
La historia de la vida de San Benito se encuentra en una obra llamada Los Diálogos, escrita por San Gregorio Magno. Allí el santo pontífice describe que los monjes de San Benito, durante la construcción de su monasterio, querían mover una piedra pero, por más que eran varios, no podían.
Al comprender que se trataba del maligno, quien estaba sentado sobre la roca, pidieron ayuda a San Benito. El abad llegó, se puso a orar y dio la bendición. De inmediato, los monjes pudieron alzar rápidamente la piedra.
En otra ocasión, los monjes estaban cavando en la tierra cuando encontraron un ídolo de bronce. Lo pusieron momentáneamente en la cocina, pero luego se percataron que del objeto salía fuego. Por más agua que le echaban no se apagaba y temían que todo se incendiara.
San Benito llegó pero no vio el fuego. Entonces, se dio cuenta que los únicos que lo veían eran sus seguidores. Se puso a orar y los monjes despertaron de esa falsa ilusión demoníaca.
El diablo no se quedó quieto y cierto día, cuando el santo se iba a orar a una ermita apartada, lo vio pasar bajo la apariencia de un veterinario. San Benito le preguntó a dónde iba y éste le respondió que se dirigía a darles una poción a sus monjes.