En medio de una zona muy pobre y marginal de la diócesis de Barahona, en República Dominicana, tres misioneras se enfrentan a enormes desafíos para llevar adelante su labor apostólica en una parroquia, con el apoyo de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés).
Las religiosas pertenecen a la congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, conocidas como “Lauritas”, por su fundadora, la santa colombiana María Laura de Jesús Montoya, fallecida en Medellín en 1949.
En el Batey 5 de Barahona, que limita con Haití, atienden la parroquia de San Martín de Porres, la más pobre de la diócesis.
“Batey” es el término proveniente del taíno para referirse a los asentamientos levantados por los trabajadores de la caña de azúcar en las antillas caribeñas, en la primera mitad del siglo XX. Actualmente, se calcula que en República Dominicana existen 425 bateyes, en los que habitan 200.000 personas aproximadamente, sin agua potable y sin electricidad.
“Las personas se afanan día a día por sobrevivir”, afirma la Hna. Patricia Álvarez, una de las misioneras.
“Ante esta dura realidad, nosotras acompañamos al pueblo en sus luchas y protestas reclamando sus derechos, para que tengan salarios justos y una vida digna, no ha sido fácil pero ahí seguimos: en la lucha”, sentenció.