El 13 de junio de 2012 falleció Chiara Corbella, joven católica italiana que puso por delante la vida de su hijo concebido que la suya propia, aquejada de un cáncer. Al retrasar su tratamiento a después del parto, falleció un año después de dar a luz.
Nacida en Roma el 9 de enero de 1984, Chiara Corbella creció en una familia católica que frecuentaba una comunidad de la Renovación Carismática. En el verano de 2002, viaja con unas amigas a Croacia, mientras su hermana Elisa acude a Medjugorje. Deciden encontrarse en la localidad de Bosnia y Herzegovina y allí Chiara conoce a Enrico Petrillo. Sin haber mantenido un noviazgo con anterioridad, siente que ha conocido a su futuro marido.
Chiara y Enrico vivieron un noviazgo de seis años, en el que hubo distanciamientos y reencuentros. Para ella fue un tiempo de prueba verdadera, que dejó escrito como más difícil que su futura enfermedad.
Con la ayuda del Padre Vito D’Amato, franciscano, y tras un encuentro vocacional en Asís, Chiara y Enrico lograron avanzar en su relación hasta que decidieron casarse el 21 de septiembre de 2008.
Al volver del viaje de novios, Chiara está embarazada de su primera hija, a la que le diagnostican anencefalia, que implica la ausencia total o parcial del cerebro. En vez de provocar el aborto, deciden acoger a María Grazia Letizia el tiempo que la Providencia disponga.
La niña nació el 10 de junio de 2009, falleciendo media hora después. El entierro, más allá del dolor humano, se vive con paz y alegría cristianas.