14 de diciembre de 2024 Donar
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Sacerdote ofrece 4 consejos contra la violencia familiar

Imagen referencial./ Crédito: Shutterstock.

El sacerdote argentino Tomás Agustín Beroch ofreció cuatro consejos para afrontar la violencia familiar o doméstica, precisando que nada la justifica y que “ni el hombre debe golpear a la mujer ni la mujer al hombre”.

El P. Beroch, que sirve en la diócesis de Savannah, en el estado de Georgia (Estados Unidos), dio estos consejos en su cuenta de la red social X este 12 de junio, para lo cual compartió la historia de una mujer a la que el marido le pegaba y que, en una ocasión le rompió dos costillas.

Esta mujer, que había ido a ver a un sacerdote, le pidió al cura una carta para que las autoridades no deportaran a su esposo, algo a lo que el presbítero se negó, con lo cual el maltratador fue deportado, lo que hizo que la víctima se enojara.

“Esa mujer se alejó de la Iglesia porque el padre no la ayudó a que no deportasen a su marido que le rompió dos costillas a golpes. Pero el sacerdote hizo lo correcto, pues aunque ella no lo reconozca, le salvó la vida”, indicó el sacerdote.

1. La separación física

El sacerdote explica que “la Iglesia no apoya el divorcio, pero tampoco la Iglesia apoya la violencia doméstica”. En ese sentido precisa que “si bien el matrimonio es para siempre, en algunos casos la separación física es la única solución. No quiere decir que uno pueda volverse a casar y formar pareja de vuelta, para eso es necesario iniciar un proceso de nulidad matrimonial”.

Sin embargo, prosigue, “la violencia doméstica es una causa por la cual hay veces que los sacerdotes recomendamos la separación física. Nada justifica el golpear al cónyuge, pues eso es un pecado que clama al cielo”.

El numeral 2383 del Catecismo de la Iglesia Católica señala que “la separación de los esposos con permanencia del vínculo matrimonial puede ser legítima en ciertos casos previstos por el Derecho Canónico”.

Estos casos consideran, por ejemplo lo que señala el canon 1153: “si uno de los cónyuges pone en grave peligro espiritual o corporal al otro o a la prole, o de otro modo hace demasiado dura la vida en común”, como en el caso de la violencia familiar, “proporciona al otro un motivo legítimo para separarse, con autorización del Ordinario [obispo] del lugar y, si la demora implica un peligro, también por autoridad propia”.

2. Un noviazgo casto y puro

El P. Beroch resalta luego que por todo esto “es tan importante tener un noviazgo casto y puro. Si un hombre no es capaz de vivir en castidad antes de su matrimonio, es posible que cuando se case no sea capaz de controlar sus emociones en otros aspectos”.

“No quiere decir que los que no vivieron la castidad antes del matrimonio necesariamente van a ser violentos. Pero un noviazgo casto y puro ayuda más a los novios a conocerse el uno al otro antes del matrimonio más que otro tipo de experimentos que no nos llevan más que al pecado y a la pérdida de la gracia de Dios”, añade.

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“Nunca toleres la violencia doméstica. No hay justificación para una cachetada o un golpe, por más enojado que uno esté. Ni el hombre debe golpear a la mujer ni la mujer al hombre, pues marido y mujer fueron hechos para amarse, y amarse implica respetar el cuerpo y la integridad física del prójimo”, subraya.

3. Oración

El sacerdote argentino refiere luego que “cuando alguien viene y me dice: padre, necesito que me recomiende una oración para terminar con la violencia doméstica. Mi respuesta es esta: la Misa, el rosario, la adoración…”.

4. Llamar a la policía

En la parte final de lo que aconseja cuando le piden una oración para poner fin a la violencia doméstica, el P. Beroch precisa que también alienta a recordar “el número 911 (un número muy conocido para los que vivimos en Estados Unidos)”.

Este número, en el país norteamericano, pone en contacto a las personas directamente con la policía ante alguna emergencia, como la de la violencia doméstica.

¿Qué dice la Iglesia Católica sobre el divorcio?

El Catecismo de la Iglesia Católica señala en el numeral 2384 que “el divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte. El divorcio atenta contra la Alianza de salvación de la cual el matrimonio sacramental es un signo”.

Además, precisa el texto, “el hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y permanente”.

La Iglesia Católica y la separación en casos de “grave peligro”

El canon 1153 § 1 del Código de Derecho Canónico, la ley de la Iglesia, establece: “Si uno de los cónyuges pone en grave peligro espiritual o corporal al otro o a la prole, o de otro modo hace demasiado dura la vida en común, proporciona al otro un motivo legítimo para separarse, con autorización del Ordinario del lugar y, si la demora implica un peligro, también por autoridad propia”.

¿Qué es la nulidad matrimonial? ¿Es un “divorcio católico”?

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La nulidad matrimonial no es la “anulación” de un matrimonio, sino la declaración o el reconocimiento que hace la Iglesia, tras un proceso canónico, de que lo que parecía ser un matrimonio nunca existió. No es un “divorcio católico”.

A finales de 2015, entró en vigor la reforma de los procesos de nulidad matrimonial impulsada por el Papa Francisco.

Entre los principales aspectos de la reforma están una mayor participación de los obispos, así como mayor brevedad para la resolución de los casos y la declaración de la gratuidad de los mismos.

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