15 de diciembre de 2024 Donar
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Rescate Heroico: Dos Caballeros de Colón salvan 143 vidas en el convulsionado Haití

Matos y Marinello se reúnen en la pista del aeropuerto internacional de Cabo Haitiano con los 14 ciudadanos estadounidenses que rescataron durante su segundo viaje de misión el 20 de marzo./ Crédito: Anthony Marinello - Caballeros de Colón.

Un total de 143 personas fueron rescatadas de la violencia en Haití, gracias a la valentía de dos Caballeros de Colón estadounidenses, que volaron tres misiones de rescate en helicóptero, entre marzo y abril, hasta Puerto Príncipe, la capital del país.

El capitán Anthony Marinello y su copiloto Benny Matos volaron su helicóptero modelo Sikorsky S-76 de noche, para adentrarse en una región volátil y marcada por el conflicto. Desde principios de marzo, la inestabilidad del gobierno y el libre accionar de las bandas criminales haitianas desató una ola de violencia y muerte en el país caribeño, dejando un saldo de miles de fallecidos y desplazados.

Desde entonces, la situación política y social de Haití se agravó de manera exponencial. Allí, los católicos viven su fe de manera extremadamente heroica sorteando todo tipo de dificultades.

El 13 de la suerte

Eran alrededor de las 7:30 p.m. (hora local) del 10 de marzo, cuando Marinello recibe una llamada de parte del equipo del congresista Cory Mills: “¿Puede volar en una misión de rescate de estadounidenses en Haití? Tendría que salir esta noche”, escuchó incrédulo a través del teléfono.

Al principio no creyó que la solicitud fuera real. Las bandas criminales habían forzado el cierre del aeropuerto de Puerto Príncipe y cientos de ciudadanos estadounidenses quedaron atrapados. Entre ellos se encontraba el renombrado escritor Mitch Albom, quien fundó un orfanato en la capital haitiana. 

Alguien del entorno de Albom se puso en contacto con la diputada estadounidense Lisa McClain para conseguir ayuda y esta, a su vez, contactó a Mills, que ya tenía experiencia rescatando a compatriotas en situaciones difíciles. Esta primera misión traería de vuelta a 10 estadounidenses.

El congresista llamó a 12 pilotos antes de Marinello, quienes no pudieron o no deseaban ayudar. “Lo pensé por un momento y dije: 'Claro, creo que podemos hacerlo'”, recordó el Caballero de Colón. “Entonces dejé mi cena en el refrigerador y me dirigí al aeropuerto”, agregó.

Antes de partir, llamó a Matos —su amigo cercano y colega durante más de dos décadas— sin él, no iba a volar esta misión. Después de pensarlo y de tomar valor a partir de su formación como Caballero de Colón, Matos aceptó y Marinello comenzó a planificar su ruta y a preparar el helicóptero.

El viaje a Haití

El Sikorsky S-76 partió con una tripulación de 4 personas, incluido el veterano de las Fuerzas Especiales del ejército estadounidense Brian Young, alrededor de las 10:30 p.m. del mismo 10 de marzo. Cory Mills era el otro tripulante. Después de parar en Bahamas y en las islas Turcas y Caicos para repostar combustible, llegaron a Puerto Plata (República Dominicana) temprano en la mañana del día siguiente.

El sol de las primeras horas de la mañana impedía una operación encubierta y la tripulación no quiso arriesgarse a llamar la atención de las bandas criminales. Por ello, decidieron tomarse el resto del día para planificar un nuevo punto de extracción con Albom. Luego, volaron a Santo Domingo (República Dominicana) para volver a poner combustible y pidieron permiso al Departamento de Estado de los Estados Unidos y al ministro de exteriores de Dominicana para poder volar a Haití.

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Antes de abandonar Santo Domingo, Matos, diácono de la parroquia de Nuestra Señora Reina de los Apóstoles de Royal Palm Beach, rezó y bendijo al grupo.

“Los cuatro unimos nuestras manos e inclinamos la cabeza”, recuerda Marinello. "Cuando levantamos la vista, vimos que toda la terminal —prácticamente todas las personas del edificio— se había detenido para vernos rezar. No sabían exactamente lo que íbamos a hacer, pero sabían que algo estaba pasando".

¿Todos están dentro? ¡Vámonos!

A las dos de la mañana despegaron para volar el trayecto de 30 minutos entre Santo Domingo y el nuevo punto de extracción. Debido a este cambio de último minuto, Marinello sólo contaba con una imagen satelital del lugar, el aterrizaje sería complicado. 

Para ayudarle a encontrar el lugar, dio instrucciones a los evacuados para que escucharan el helicóptero y luego “parpadearan todas las luces de la casa como un árbol de Navidad”. Así sucedió. Los pilotos habían sido entrenados para dar 2 o 3 vueltas de reconocimiento antes de aterrizar en un lugar desconocido, especialmente de noche, para detectar tendidos eléctricos u otras estructuras que pudieran poner en peligro a la aeronave.

Marinello decidió que no había tiempo para eso —Puerto Príncipe es esencialmente una zona de guerra—, por lo que aterrizarían a ciegas. Mills y Young saltaron del helicóptero en cuanto tocó tierra, gritando una serie de órdenes.

“¿Los 10 están aquí? ¿Todos dentro? ¿Todos bien? ¿Todos tienen pasaportes?”, registró Albom en el Detroit Free Press. “¡VÁMONOS!”., gritó la tripulación. El rescate, desde el aterrizaje hasta el despegue, duró sólo 67 segundos.

Marinello voló al aeropuerto de Barahona (República Dominicana). Los evacuados tomarían un puente aéreo de tres horas hasta Santo Domingo, desde donde volaron de vuelta a Estados Unidos.

La agotada tripulación regresó a casa a la mañana siguiente, pero su descanso duró poco. A los pocos días, el gobierno del estado de Florida se puso en contacto con Marinello para llevar a cabo una segunda misión de rescate, esta vez coordinada con las autoridades haitianas. 

La satisfacción del deber cumplido a pesar del caos

Entre 400 y 600 floridanos quedaban aún atrapados en Haití. En su segundo viaje, la tripulación del Sikorsky S-76 rescató a 14 personas más, pero no sin antes experimentar una muestra del violento caos que había envuelto a Puerto Príncipe. 

En una zona de aterrizaje de las Naciones Unidas en la ciudad, un grupo armado de haitianos intentó impedir que se llevaran a la gente que iba a ser evacuada. Matos luchó para lograr que el helicóptero se elevara. 

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“Tuve que empujar a un tipo y golpear a otro para poder volver al helicóptero", afirmó. "Básicamente salté al helicóptero y le dije a Tony que se fuera. Ni siquiera llevaba puesto el cinturón de seguridad cuando despegamos”, añadió.

De igual forma, en el aeropuerto de la comuna de Cabo Haitiano, donde los evacuados tomarían un avión hasta los Estados Unidos, los oficiales haitianos les impusieron una multa de 3.000 dólares estadounidenses por presuntamente haber despegado sin autorización en su misión hacia la capital.

Marinello pagó, sólo para que le dijeran, justo cuando estaban a punto de despegar, que no habían pagado lo suficiente.

“Miré a Benny y le dije: 'Sí, claro'”, cuenta Marinello riéndose. “Así que nos largamos”.

Después de una corta estancia en Florida, durante la Semana Santa, ambos pilotos fueron convocados para un tercer viaje, en el formaron parte de una pequeña flota de rescate. Desde el 8 de abril y durante una semana, el dúo ejecutó entre 3 y 5 misiones en Puerto Príncipe, recogiendo a 10 personas por vuelo aproximadamente.

Esta vez, las cosas marcharon sin problemas. Para el 19 de abril, más de 700 personas habían sido evacuadas de la capital. Marinello y Matos, que volaron hasta el 14 de abril, se encargaron personalmente de rescatar a 143 de esas personas en sus tres viajes.

Los dos Caballeros de Colón evitaron la fanfarria y restaron importancia a su heroísmo. “Cuando te llaman, tienes que ir”, sentenció Marinello. “Algunos trabajos son más peligrosos que otros”, añadió. 

El piloto concluyó compartiendo que su esposa le preguntó por qué aceptaba estas misiones tan peligrosas. “¿Quién va a ayudarles si digo que no? Fui la decimotercera compañía de helicópteros a la que llamaron. Los 12 delante de mí todos dijeron que no. Entonces, ¿en qué momento dices que sí?”, respondió.

“A veces hay que sacrificarse y jugarse la vida por los demás”, subrayó.

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