El sacerdote Alberto Reyes, de la Arquidiócesis de Camagüey (Cuba), envió un fuerte mensaje a los cubanos que, por un poco de poder, se convierten en piezas del régimen para golpear a sus compatriotas que salen a exigir libertad para su país.
El P. Reyes, quien también es víctima de la vigilancia y de los actos de repudio dirigidos por el régimen comunista, relató en su última columna He estado pensando, la conversación que un cubano sostuvo con “un conocido cercano” que se ufanaba de ser parte de las personas que, vestidos de civil, “tienen la función de deshacer las manifestaciones populares, y están autorizados a utilizar la violencia física contra la población”.
“Contaba esta persona, con orgullo, la función que le han pedido, y cómo ‘tenemos que parar al pueblo’ cuando el pueblo sale en masa pidiendo libertad. El otro lo miró y le dijo: ‘¿Tú no te has dado cuenta de que yo soy parte de ese pueblo, de esa gente a la te han mandado golpear?’”, narró el sacerdote.
El P. Alberto Reyes indicó que “es interesante cómo nuestras pequeñas parcelas de poder pueden hacernos sentir tan importantes, tan necesarios, tan heroicos incluso, que nos impidan ver la realidad”.
Asimismo, “es asombroso cómo personas que padecen las mismas carencias del pueblo, que sufren las mismas necesidades, se presten a frenar a aquellos que están teniendo el coraje de decir: ‘¡Basta ya!’, en nombre de todos. Es triste cómo la ilusión de sentirse importante puede hacer que se reprima y se golpee a aquellos a los que se debería defender”.
El sacerdote señaló que estas personas en realidad “no son más que peones, piezas de un juego que se decide a un nivel mucho más alto”. “El poder, aunque sea ilusorio, es una droga, y como droga, hace que la realidad cambie delante de ti”, les expresó.