“No se olviden de rezar por mi”: esta sea quizá una de las frases más representativas del Papa Francisco desde que fue elegido Sucesor de Pedro.
En su primera aparición aquel 13 de marzo de 2013, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Pontífice latinoamericano pidió a todos los católicos del mundo —en un gesto de humildad—, que rezaran para ayudarle en su nueva misión como Vicario de Cristo en la tierra.
Desde entonces, el Santo Padre repite esta frase en cada una de sus apariciones públicas, normalmente al finalizar las audiencias privadas que mantiene cada día en el Vaticano, así como en las audiencias generales, tras el rezo del Ángelus o incluso durante cualquier encuentro espontáneo.
Sin embargo, en los últimos meses, el Papa Francisco pide también, en tono de broma, que recen por él “a favor y no en contra”.
Esto se debe a una divertida anécdota que explicó el pasado 10 de mayo, durante su intervención en el evento “Estados Generales de Natalidad”, sobre la crisis demográfica en Italia.
En aquella ocasión, el Papa Francisco contó que “una vez estaba terminando una audiencia y a veinte metros de distancia, donde estaba la valla, había una señora, una viejecita, de ojos hermosos. Ella me dice ‘ven, ven’, simpática”, recordó.