Mons. Ramón Goyarrola, obispo de la Diócesis de Helsinki (Finlandia) desde noviembre del año pasado, explica algunos de los desafíos de su tarea evangelizadora en tierras nórdicas, donde los católicos son minoría y donde una iglesia puede estar a 500 kilómetros de distancia de la casa de los fieles.
El prelado, miembro del Opus Dei desde 1987, estuvo recientemente en Bilbao (España), su tierra natal, en donde comentó que “su ministerio es muy intenso. Yo quiero estar con la gente”.
“Es un país muy grande y hago muchos kilómetros en viajes, en todo tipo en medios de locomoción, en coche, en tren, en avión, en barco, en bicicleta e incluso corriendo. Somos una familia pequeñita, unos 20.000 católicos. Estoy conmovido del cariño y de la unidad que tenemos entre nosotros”, resaltó el obispo de 54 años, que sirve a los católicos que son menos del 1% de la población, distribuidos en ocho parroquias.
En declaraciones a Radio Popular el 27 de mayo, Mons. Goyarrola comenta que tiene como proyectos “un colegio católico, una residencia de ancianos, un campamento para jóvenes, una casa para ejercicios espirituales. No hay una estructura diocesana para poder reunirnos. Hay cuatro iglesias en cuatro ciudades. Son proyectos en los que tenemos mucha fe y mucha ilusión y nada de dinero”.
Sin embargo y pese a la falta de fondos, el obispo español resalta que “contamos con Jesús y eso saldrá. Llevar el mensaje de paz y alegría de Jesús. Teniendo en cuenta las circunstancias de las guerras y los procesos migratorios es una iglesia que acoge a migrantes y refugiados”.
“Gracias a Dios las iglesias las tenemos llenas. Muchísima gente va a Misa los domingos. Es verdad que el gran desafío es la distancia. La iglesia más cercana pueden ser 100 kilómetros o 200, 300 o incluso 500. Para muchos es difícil ir”, precisó.