La pequeña habitación de Belén en el hospital madrileño de Ramón y Cajal es uno de esos lugares especiales llenos de paz que transforma a todo aquel que tiene la fortuna de entrar y ser testigo de la grandeza de Dios.
Desde la cama y sin apenas poder moverse debido a una lesión medular, pero sin perder ni un instante su sonrisa, Belén Domínguez —de 31 años recién cumplidos— , cuenta a ACI Prensa cómo su fe le permite afrontar con paz y alegría el cáncer que padece desde hace casi un año.
“Esto es para mí, el Señor me lo ha mandado para algo”
El verano del año pasado, tras diversas pruebas debido a un fuerte dolor en el cuello, los médicos diagnosticaron a Belén un tumor intramedular. Esto supuso para la joven un duro y repentino golpe, que sin embargo supo afrontar con serenidad desde el inicio.
“He tenido la tentación de preguntar: ¿por qué a mí?, pero nunca lo he hecho. Desde el primer momento lo he aceptado, siempre he dicho que esto es para mí, que esto me lo ha mandado Él para algo”, comparte.
Pocos días después de recibir el diagnóstico, Belén tuvo que ser intervenida de urgencia. “Me dijeron que tras la operación me podía quedar tetrapléjica, que podía afectar a la respiración, que me podía morir o pasar cualquier cosa. Pero desde que me dieron la Unción de Enfermos, antes de entrar en quirófano, he tenido mucha paz, Dios me ha dado fortaleza”.