El 23 de mayo, el Papa Francisco autorizó la promulgación de un decreto que aprueba la canonización de varios beatos, entre ellos a los “Mártires de Damasco”, un grupo de cristianos asesinados por odio a la fe en Siria.
Este grupo fue víctima, entre el 9 y 10 de julio de 1860, de una masacre perpetrada en medio de tensiones entre las comunidades drusa y cristiana en la región, que se extendió desde Líbano hasta Siria y provocó miles de víctimas.
El 9 de julio de ese año, una multitud atacó el convento franciscano del barrio de Bab-Touma (San Pablo) de Damasco, resultando en la muerte de ocho frailes menores y tres laicos que se encontraban en el lugar.
Los religiosos asesinados fueron Manuel Ruiz, Carmelo Bolta, Nicanor Ascanio, Nicolás M. Alberca y Torres, Pedro Soler, Engelbert Kolland, Francisco Pinazo Peñalver, Juan S. Fernández; junto con tres laicos que eran hermanos biológicos: Francis, Abdel Mohti y Raphaël Massabki.
Al rehusarse a abandonar su fe y convertirse al Islam, los once fueron brutalmente asesinados: algunos fueron decapitados con sables y hachas, mientras que otros fueron apuñalados o golpeados hasta morir.
El P. Firas Lufti, guardián del convento franciscano de Bab-Touma en Damasco, señaló en una reciente entrevista que con esta “canonización se completa el proceso iniciado hace más de 160 años con su martirio, con la entrega al servicio de Dios, de la Iglesia y de los hermanos que sufren”.