Las católicos de la única parroquia de Gaza celebraron la Solemnidad de Pentecostés en compañía del Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, en medio de los estragos y el dolor causados por la guerra entre Israel y Hamás. El purpurado fue testigo de la destrucción, indicando que “no ha quedado ni una sola casa intacta” y llamó a los bandos a cesar las hostilidades.
La visita del patriarca se da siete meses después del inicio del conflicto. Allí, afirmó encontrarse con una comunidad de una “fe inquebrantable” y de “sonrisas conmovedoras”, que dejó una marca en su vida. También vio “esperanza y optimismo en sus ojos” y señaló que los fieles le comentaron que mientras la Iglesia les acompañe no tendrán miedo y que se quedarán en el lugar.
“Realicé una visita pastoral para comprobar las condiciones de la comunidad cristiana en Gaza. La magnitud de la destrucción de la que fui testigo es increíble, y las malas condiciones de vida, como la falta de agua y electricidad y la ausencia de seguridad, son terribles”, explicó el Cardenal Pizzaballa.
“El sonido de los bombardeos es frecuente y se siente a cada momento. A pesar de esto, vi unidad entre ellos, organizando su vida cotidiana en el monasterio y administrando su uso de la electricidad, el agua y los alimentos para que no les faltara nada”, añadió.
En este contexto difícil, el domingo 19 de mayo, la parroquia de la Sagrada Familia se reunió para celebrar Pentecostés.
La Misa solemne fue presidida por el Cardenal Pizzaballa y por el P. Gabriel Romanelli, párroco del templo y que también volvía por primera vez a su comunidad, después de quedar atrapado en Belén al comenzar la guerra.