Entre el 10 y el 11 de mayo se registraron dos nuevos ataques terroristas en la provincia de Cabo Delgado (Mozambique), perpetrados por grupos armados presuntamente relacionados con el Estado Islámico.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) informó que la Iglesia Católica intensifica su labor ante esta escalada de violencia.
La ciudad de Macomia y los pueblos de Cajerene y Missufine son los últimos afectados por las bandas criminales en el país africano. Esto ha ocasionado que empeore aún más la crisis de desplazados en la región: cientos de personas han huido buscando refugio en el monte o en otras localidades más seguras.
En Macomia se encuentra una base militar, lo que la convierte en una ciudad estratégica, ubicada a 180 kilómetros de la capital (Pemba). Esta misma ciudad fue víctima de ataques en junio de 2020.
El 10 de mayo de este año, los terroristas —que se declaran leales al Estado Islámico— sostuvieron una batalla con las Fuerzas Armadas que terminó al día siguiente.
Aunque los insurgentes fueron repelidos, la situación en la ciudad sigue siendo ”realmente mala”, según Daniel Eiró, periodista de la radio diocesana de Pemba. Además, un joven anónimo comentó a ACN que en Macomia “ahora mismo se libra un terrible fuego cruzado” y que las personas que se quedaron necesitan ayuda urgente.