Mucho tiempo antes de las apariciones de la Virgen de Lourdes, en Francia, la Madre de Dios se apareció en un pueblo cercano. Hasta allá fue Santa Bernardita Soubirous y obtuvo algo especial que le sirvió cuando Nuestra Señora se le presentó en persona. Además, en este lugar surgió un santo, cuya fiesta es este 14 de mayo, y que defendió a la valiente vidente.
En el sitio web de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús (SCJ) se indica que en la ciudad de Betharram, al noreste de Lourdes, se eleva un santuario mariano donde la tradición indica que se apareció la Virgen. Al parecer esto se habría dado en el siglo XI.
Cerca a un río unos pastores vieron una luz entre las rocas. Al llegar encontraron una estatua de la Virgen “rodeada de una luz brillante”, señala el santuario. Entonces, construyeron una capilla al otro lado de la rivera y colocaron la imagen allí, pero por más que la movían a su nuevo sitio, la estatua volvía inexplicablemente a su lugar de origen.
Con el tiempo, sobre esa zona se erigió un gran santuario mariano, que San Vicente de Paúl alabó indicando: “Notre-Dame [Nuestra Señora] de Bétharram, donde a menudo se realizan milagros”.
Cierto día una joven se cayó al caudaloso río y antes de morir invocó a la Virgen. Tras su ruego, apareció de la nada una rama para sostenerse y se salvó.
Es preciso indicar que Betharram, en el dialecto local, el bearnés, significa bello ramo. La pequeña en agradecimiento al auxilio de la Virgen le obsequió un hermoso ramo de oro. Así surgió la advocación de la Virgen de Betharram.