San Josemaría Escrivá de Balaguer no se llamaba así. No al menos en sus orígenes. El segundo hijo de José Escrivá Corzán y María de los Dolores Albás Blanc recibió en la pila bautismal cuatro nombres: José María Julián Mariano.
José, como su padre y su abuelo; María, por devoción a la Madre de Dios; Julián, por ser la fiesta del santo del día en que recibió las aguas; y Mariano, por su padrino. Según la investigación realizada por José Luis González Gullón, publicada en Studia et Documenta, revista del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá.
“Desde pequeño, lo llamaron en su casa con los dos primeros nombres, José María, denominación muy común en España”, explica González, quien detalla que el propio Escrivá firmaba de diferentes maneras las cartas personales que escribía a sus amistades y, a partir de 1928, “a sus hijos espirituales”: “JM, JoseMar, JoseMari, Josemaría”.
En cambio, fue consistente en firmar con sus dos primeros nombres, separados, “los manuscritos y textos a máquina que envió a instituciones públicas y privadas y a personas con las que tenía una relación profesional y administrativa”. Tras la Guerra Civil española (1936 y 1939), el santo fundador del Opus Dei “empleó cada vez más Josemaría” para sus escritos epistolares.
Sin embargo, en los escritos con carácter oficial o en sus publicaciones, firmaba como José María. Así consta, por ejemplo, en la primera edición de Camino, de 1939, o de La Abadesa de las huelgas (1944). A partir de la década de los sesenta, ya se generalizó, también en las publicaciones, el uso de Josemaría.
“Con todo, no hizo una modificación en el registro civil. Más bien, el nombre de Josemaría, quedó fijado por vía consuetudinaria”, esto es, por la costumbre, añade el estudio.