14 de diciembre de 2024 Donar
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Conoce el hospital de cuidados paliativos que lleva la “dulzura de María” a los más pobres en Perú

Paciente del hospital de cuidados paliativos Misky María, distrito de Lurín, Perú./ Crédito: Asociación de las Bienaventuranzas

En el contexto de la reciente noticia del fallecimiento de Ana Estrada, quien fue la primera persona en solicitar y recibir eutanasia en Perú, emerge un rayo de esperanza: un nuevo hospital de la Iglesia Católica en el país que brinda cuidados paliativos, extendiendo el amor de Cristo a aquellos en extrema pobreza y en las etapas finales de sus vidas.

El inicio del sueño del Hospital “Misky María”

En el año 2021, el P. Omar Sánchez, un sacerdote conocido por su extensa labor caritativa el distrito de Lurín (al sur de Lima) y fundador de la Asociación de las Bienaventuranzas, tuvo el sueño de crear un centro para atender, con la “dulzura de María”, a las personas en situación de abandono y pobreza extrema con enfermedades terminales. Luego de orar mucho, compartió la idea con un amigo católico alemán y filántropo.

Padre Omar Sánchez Portillo, sacerdote del clero de la Diócesis de Lurín (Perú). Crédito: Asociación de las Bienaventuranzas

“Pensamos en ello, lo meditamos y siempre presentamos nuestros grandes proyectos como empiezan, como un sueño en el corazón que ofrecemos a Dios. Ellos son nuestros guías. Así que, soñamos con esto y presentamos el proyecto inicial, un proyecto pequeño, para atender a 10 personas”, contó el Padre Omar en una entrevista concedida a ACI Prensa.

En una reunión virtual junto con Mons. Carlos García, Obispo de Lurín, ambos le contaron este sueño.

Durante la reunión, una pintura de la Virgen María, ataviada con un vestido cusqueño, adornaba el lugar. En un momento dado, el católico alemán le preguntó al obispo acerca de la virgen representada. Mons. Carlos respondió que se trataba de “Misky María”, cuyo significado en quechua es Dulce María.  

Posteriormente, el benefactor alemán expresó: “Ese va a ser el nombre perfecto para el hospital de cuidados paliativos que les voy a regalar, como obsequio por las bodas de plata (25 años) de la Diócesis de Lurín”. El obispo y el sacerdote, sorprendidos, alabaron a Dios y agradecieron a este hombre.

Imagen de "Misky María" que pertenece a Mons. Carlos García, Obispo de Lurín. Crédito: Cortesía de Vanessa Diaz Koechlin

Y así empezó a hacerse realidad este megaproyecto con capacidad para unas 60 pacientes terminales. Cuenta con áreas de cuidados intensivos (UCI), cuidados paliativos, enfermería, fisioterapia, cocina, capilla y un velatorio. La atención se brinda de manera gratuita y es proporcionada por un equipo multidisciplinario de médicos, enfermeras, voluntarios y sacerdotes.

El 6 de septiembre de 2021 fue colocada la primera piedra del hospital y se inauguró el 20 de noviembre de 2022. Hasta el momento, han recibido en sus instalaciones más de 100 pacientes que ya partieron a la Casa del Padre, y actualmente alberga a 60 personas con diferentes tipos de enfermedades como el cáncer, sida o enfermedades degenerativas.

“El espíritu de esta obra es transmitir la dulzura de María. Yo le digo siempre al personal que trabaja conmigo: ‘Imagínense cómo María atendió a José en sus últimos días, a su esposo San José en sus últimos días’. Por eso San José es patrono de la buena muerte, porque estuvo acompañado de María y de Jesús. Entonces, imagínense eso y esa es la primera atención que les tenemos que dar’”, explicó el Padre Omar a ACI Prensa.

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Hospital Misky María, inaugurado el 20 de noviembre de 2022. Crédito: Asociación de las Bienaventuranzas

Según el presbítero, “una muerte digna verdaderamente es aquella que ocurre en paz y, si es posible, en comunión con Dios”. “Como decía San Francisco, debemos recibir a la hermana muerte con los brazos abiertos y sin temor. Esto es lo que Dios nos pide: percibir a la muerte como una compañera que nos asiste en el viaje hacia la vida, preparándonos para el último paso hacia el encuentro con nuestra plena felicidad, nuestra felicidad eterna”, agregó.

“Nosotros no podemos perder la oportunidad de salvar almas”, subrayó el Padre Omar.

La importancia del acercamiento espiritual

El Padre Omar explicó que, cuando un paciente llega al centro, primero brindan atención básica, médica y de higiene.

“Nuestra primera tarea es atenderlos. No les hablamos de Dios ni del futuro en ese momento. Primero los atendemos y notamos cómo van abriendo su corazón. Los que pueden sonreír comienzan a hacerlo, y aquellos que no pueden comunicarse, interpretamos sus gestos, su mirada y su sonrisa como señales de que están sintiendo el amor que les brindamos”, describió.

Tras la estabilización del paciente, los voluntarios se sientan a escuchar o a hablar, según la capacidad de la persona. Con aquellos que pueden hablar, se establece una conversación gradual sobre la fe. Algunos aceptan este proceso de inmediato, especialmente aquellos que han tenido una formación católica previa.

Personal del hospital Misky María. Crédito: Asociación de las Bienaventuranzas

“Luego viene la tercera parte. Se les pregunta si están bautizados. Muchos no lo saben o no lo recuerdan. Para aquellos que no tienen capacidad de hablar, realizamos lo que la Iglesia permite, conocido como Bautismo condicional. Esto garantiza el sacramento en caso de que no estén seguros de haber sido bautizados”, continuó el Padre Omar.

De la misma manera, se aseguran los otros sacramentos. “Nunca se obliga a nadie, pero se ofrecen los sacramentos a aquellos que no pueden tomar decisiones por sí mismos, como aquellos que carecen de conciencia. Se considera que si el alma está abierta a recibirlos, constituye una oportunidad para la salvación y la vida eterna”, sostuvo el presbítero.

Historias que tocan el corazón

El Padre Omar también compartió algunas de las conmovedoras y difíciles historias de abandono de personas que han pasado por el hospital Misky María.

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Durante la entrevista, relató la historia de un joven que fue encarcelado por haber robado un celular y que salió tres años después del penal de Lurigancho, una de las cárceles más violentas de Latinoamérica, “con todas las enfermedades que te puedas imaginar”.

“Prácticamente, salió para morir con su familia. Sin embargo, esta familia, que era muy pobre, le dijo: ‘Aquí no te puedes quedar, porque no tenemos posibilidad de cuidarte’. Salió y terminó viviendo en el basural de un mercado en Lima Sur. Un grupo de amigos lo buscó y lo encontró. Lo trajeron a Misky María. Vivió cuatro días con nosotros, días llenos de amor y atención”, continuó.

Paciente del hospital Misky María. Crédito: Asociación de las Bienaventuranzas

El Padre Omar relata que esta persona se bautizó voluntariamente, recibió la comunión, la confirmación y los santos óleos. “Recibió todos los sacramentos y murió en mis brazos cuatro días después. Esa fue una muerte verdaderamente digna, una muerte digna en todos los aspectos”.

El Padre Omar compartió otra historia de salvación que tuvo como protagonista a un heroico joven sacerdote católico, el Padre Juan, quien falleció a los 39 años en el centro debido a las secuelas del COVID-19, virus que se contagió durante su servicio apostólico.

“Él trabajó arduamente para la Iglesia, pero llegó un momento en que ya no pudo más. Fue al hospital y tenía el 90% de pulmones afectados. No había nada que hacer, quedó en estado vegetal, sólo movía los ojos. Por un tiempo su diócesis lo pudo ayudar pero luego nosotros lo recibimos y murió con nosotros”, sostuvo.

El presbítero también recuerda a un joven homosexual que estudiaba modas, que por muchos años practicó el libertinaje, se contagió de sida y fue expulsado de casa por su familia. “Era un joven que podía trabajar de modelo, que le encantaba vestirse bien, pero terminó abandonado y atendido por nosotros. Recibió amor hasta el último de sus días”, expresó.

Sacerdote bendice los cuartos del hospital Misky María durante la inauguración. Crédito: Asociación de las Bienaventuranzas

Una historia que marcó al Padre Omar y lo conmueve hasta las lágrimas es el haber conocido a Jeffrey, un niño con un leve retraso mental al que calificó de “santo”. El pequeño falleció en Misky María a causa de fibrosis pulmonar.

Según el presbítero, en las últimas semanas de su vida, el pequeño le dijo: “Padre, regale mis juguetes a los otros niños porque yo me voy. Me voy con Jesús. Allá no voy a necesitar estos juguetes”:

“Este caso me conmovió profundamente. Él era un niño convencido de su santidad, ¿no es así?”, expresó.

“Una caricia de Dios para los pobres”

Misky María funciona como una de las obras de la Asociación de la Bienaventuranzas, un espacio de acogida fundado por el Padre Omar que acoge actualmente a 170 niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos declarados en abandono y con diversas enfermedades y necesidades.

Al referirse al centro de cuidados paliativos, el Padre Omar recordó que “una forma que siempre ha tenido la Iglesia de ayudar a mejorar la humanidad es cerrando brechas y atendiendo a los más pobres, abandonados y vulnerables”.

Padre Omar recorriendo las instalaciones recién inauguradas. Crédito: Asociación de las Bienaventuranzas

Asimismo, aclaró que esta obra de caridad no exige montos de dinero ni condición de ningún tipo para recibir a personas en su última etapa de vida. “De lo contrario cambiaría el sentido absoluto del proyecto que Dios ha puesto en nuestro corazón y que nosotros estamos administrando en su nombre”, sostuvo.

No obstante, hizo un llamado a seguir colaborando con las múltiples iniciativas de la Asociación cada año.

“Ahora puedes entender por qué vendemos panetones, por qué tenemos puntos de acopio para recolectar donaciones, por qué buscamos padrinos y madrinas, por qué constantemente te pedimos ayuda para alimento, pañales, etc. Porque solo así, podemos seguir siendo una caricia de Dios para los pobres. Súmate, ayúdanos, colabora para poder seguir haciendo mejor este mundo, nuestra sociedad y nuestro país. Dios te bendiga”, concluyó el Padre Omar.

Para saber más sobre la Asociación de la Bienaventuranzas ingrese al siguiente enlace: https://asociacionbienaventuranzas.org.pe

 


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