Los obispos de África Austral lamentaron el asesinato del P. Paul Tatu, herido de bala en la ciudad de Pretoria (Sudáfrica). El Episcopado remarcó su tristeza y precisó que la muerte del presbítero “no es un incidente aislado sino un ejemplo inquietante del deteriorado estado de la seguridad y la moralidad en Sudáfrica”.
Este nuevo homicidio se suma al del joven sacerdote William Banda, ocurrido en marzo de este año, también muerto a tiros cuando se disponía a celebrar la misa en la Catedral de Tzaneen.
“El asesinato de estos sacerdotes se produce en medio de una creciente preocupación por el aumento del desprecio por el valor de la vida, donde se mata a la gente gratuitamente”, expresó la Conferencia Episcopal Católica de África Austral (SACBC, por sus siglas en inglés), a través de un comunicado publicado el 29 de abril.
El presidente de la SACBC, Mons. Sithembele Sipuka, Obispo de Umtata (Sudáfrica), hizo un llamado a los perpetradores del asesinato —en nombre de todos los obispos— a que se abstengan de pensar “que pueden hacer lo que quieran con la vida de las personas”. Y añadió: “La vida le pertenece a Dios, y nadie tiene derecho a tomarla según desee”.
Además, Mons. Sipuka precisó que la tragedia de la muerte de una persona no sólo afecta al individuo, sino también a sus allegados, especialmente a sus familiares y amigos. “Matar a una persona trae dolor y miseria a mucha gente”, agregó.
Los obispos remarcaron que es deber del gobierno de cada país lidiar con las personas que no tienen respeto alguno por la vida de los demás. Asimismo, señalaron que entre los sudafricanos se ha implantado la sensación de que los criminales asesinan a los ciudadanos sin ningún temor a las consecuencias.