El 30 de abril la Iglesia Católica celebra a San José Benito Cottolengo, quien inició una impresionante obra a favor de los enfermos que eran menospreciados en otros centros de salud. Este santo le dio una especial profecía a Don Bosco y ambos fueron canonizados el mismo año.
De acuerdo a Vincentians, red de formación vicentina, San Cottolengo (1786-1842) nació en el norte de Italia. Era muy devoto de Santo Tomás de Aquino y de San Vicente de Paúl. Fue ordenado sacerdote en Turín (Italia), en 1811.
Cierto día una mujer francesa que iba de camino hacia Lyon llamó a la puerta de su parroquia pidiendo auxilio porque se encontraba muy mal de salud. Ella viajaba con su esposo, sus tres hijos y estaba embarazada de seis meses.
San Cottolengo la llevó a diversos hospitales y centros de salud, pero nadie quería atenderla porque era extranjera y muy pobre. La madre de familia terminó muriendo en sus brazos. Esto le causó tan profundo dolor al santo que se decidió a iniciar una obra para atender a los enfermos necesitados. Así surgió la Pequeña Casa de la Divina Providencia.
Las Memorias Biográficas de Don Bosco, conjunto de 19 tomos, narran que cierto día el patrono de la juventud se encontró con San Cottolengo, quien luego de hacerle unas preguntas le dijo: “Tiene usted cara de bueno; venga a trabajar en la Pequeña Casa de la Divina Providencia, que no le faltará trabajo”.
En señal de respeto, el joven Don Bosco le besó la mano, prometió ir a ayudarlo y tiempo después cumplió su promesa.