El Papa Francisco se ha encontrado este domingo con los artistas que han colaborado en la elaboración del pabellón con el que el Vaticano participa en la Bienal de Venecia, reivindicando su labor frente a las antinomias llenas de egoísmo.
Tras su encuentro con las reclusas de la cárcel en la isla de la Giudecca, el Pontífice se ha desplazado al iglesia de la Magdalena, la capilla penitenciaria, donde le esperaba el Cardenal José Tolentino de Mendoça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación.
El purpurado ha destacado que la primera visita de un pontífice a la Bienal de Arte de la ciudad de los canales, encarna “una nueva era en las relaciones de la Iglesia con el mundo de las artes”.
“No hay que olvidar que en la historia de la relación de la Iglesia con las artes también ha habido ambigüedades y duras tensiones, hasta el punto de que durante décadas se ha hablado de un persistente "divorcio", causado también por la dificultad de la Iglesia para comprender y aceptar la autonomía del arte, que justamente no acepta actuar como mera caja de resonancia de las palabras de otros”, ha señalado el Cardenal Tolentino.
A su entender, este viaje del Papa Francisco “pone de manifiesto la voluntad de implantar un nuevo estilo, en el que las convergencias plurales se tejen en libertad y la porción de auténtico camino que podemos hacer juntos es más apreciada que la afirmación obsesiva del poder”.
En su alocución, el Papa Francisco ha señalado que “el mundo necesita de artistas” y que junto a ellos no se siente como un extraño: “Me siento en casa”, ha afirmado, porque “el arte tiene la condición de "ciudad refugio", una ciudad que desobedece el régimen de violencia y discriminación para crear formas de pertenencia humana capaces de reconocer, incluir, proteger, abrazar a todos”.