El Papa Francisco ha visitado la cárcel de mujeres en la Isla de Giudecca (Venecia, Italia) con motivo de la celebración de la Bienal de Arte de la Ciudad, en la que el Vaticano participa con un pabellón instalado en el centro penitenciario.
A continuación, el texto completo de su intervención en el encuentro con las presidiarias:
Queridos hermanos y hermana. Todos somos hermanos, todos. Y nadie puede negar al otro. ¡Buenos días!
Saludo a todos con afecto, y especialmente a vosotras, hermanas, internas de la Casa de Detención de la Giudecca. He querido encontrarme con vosotras al inicio de mi visita a Venecia para deciros que ocupáis un lugar especial en mi corazón.
Por eso, quisiera que viviéramos este momento no tanto como una "visita oficial" del Papa, sino como un encuentro en el que, por la gracia de Dios, nos regalamos tiempo, oración, cercanía y afecto fraterno. Hoy todos saldremos de este patio más enriquecidos, tal vez el más enriquecido seré yo, y el bien que intercambiaremos será precioso.
Es el Señor quien nos quiere juntos en este momento, habiendo llegado por caminos diferentes, algunos muy dolorosos, también a causa de errores por los que, de diversas maneras, cada uno lleva heridas y cicatrices. Cada persona lleva heridas y cicatrices. Y Dios quiere juntos porque sabe que cada uno de nosotros, hoy aquí, tiene algo único que dar y recibir, y que todos lo necesitamos. Cada uno de nosotros tiene su propia singularidad única. Esto es para compartirlo.