Los Misioneros de la Consolata en Venezuela denunciaron el 14 de abril la muerte de varios niños indígenas de la etnia Warao, a causa de una enfermedad aún desconocida. Desde el estado del Delta Amacuro, en el oriente del país, el P. Andrés García señaló que “el dolor de las familias es inmenso” y exigió a las autoridades que remedien la situación.
El pueblo warao habita a las orillas de los caños e islas que conforman la desembocadura del río Orinoco. Su nombre significa “gente de la canoa” o “gente del agua” y, generalmente, se agrupan en pequeñas comunidades de entre 10 a 15 viviendas. Estos asentamientos son dirigidos por un cacique.
La misión consolata, que trabaja con los indígenas venezolanos desde hace varios años, indicó que los niños que han fallecido —según sus familiares y amigos— compartieron los mismos síntomas: “fiebre, dolor de cabeza y de cuello, convulsiones y, ya cerca de la muerte sienten opresión en el pecho”.
“Los niños fallecen en 72 horas. En los últimos días también algunos adultos están sintiendo los mismos síntomas”, afirman los misioneros. Asimismo, precisaron que “muestras” fueron remitidas a Caracas, capital del país, para ser analizadas y poder establecer un diagnóstico que permita impulsar tratamientos eficaces y normas de prevención.
Según la congregación, las autoridades gubernamentales no han hecho lo suficiente para atender la emergencia y fueron tajantes en exigir un accionar adecuado. “¿Los tiempos y los ritmos de actuación serían iguales si fuéramos hermanos, padres, hijos de los 'poderosos'?”, se pregunta el P. García.
Asimismo, el misionero español cuestiona al Estado venezolano, sobre si existe alguna prioridad por encima de salvaguardar la vida de los ciudadanos y detener la emergencia sanitaria.