La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en México publicó el 25 de marzo, Lunes Santo, el testimonio de un sacerdote secuestrado en 2020, “uno de los cientos” que en las últimas décadas ha sufrido este flagelo en Nigeria.
El P. Idahosa Amadasu, sacerdote de la diócesis de Benín (Nigeria), fue retenido en julio de 2020 en una carretera “tristemente conocida” por los secuestros que ocurren allí. Detuvo el auto en el que se movilizaba para evitar que los captores siguieran disparando.
“Me di cuenta de que había tenido mucha suerte. El conductor del coche que venía justo detrás del mío fue abatido a tiros y además si el sacerdote que había querido acompañarme hubiera estado en el coche, casi con toda seguridad también los tiros le habrían alcanzado”, comparte.
El presbítero recuerda luego que lo obligaron a caminar por el monte y le hicieron ponerse una casulla verde que llevaba en el auto, vestidura litúrgica que usó las cuatro noches y cinco días que estuvo secuestrado y que lo protegió del frío y la lluvia.
El P. Amadasu relata que lo amenazaban constantemente y que para todo debía pedir permiso. “Me preocupaba más que me quitaran mi libertad interior y que el miedo consumiera mi paz interior”.
El sacerdote nigeriano resalta asimismo: “Cada vez que sentía miedo o que me amenazaban con sus armas, yo me recordaba a mí mismo que el Dios al que sirvo es más grande que sus armas”.