El término “transhumanismo” ha ido ganando protagonismo en los últimos tiempos, suscitando debates sobre el futuro de la humanidad y las implicaciones éticas de las nuevas tecnologías que pretenden ser utilizadas para la modificación del cuerpo humano.
En una reciente entrevista concedida a ACI Prensa, el filósofo argentino Mariano Asla, doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra, ofrece un análisis crítico sobre este controvertido tema.
El transhumanismo, explica Asla, es un movimiento científico y cultural que propone la “modificación de la biología humana mediante la convergencia de las nuevas tecnologías”, como la nanotecnología, la biotecnología, la informática y la ciencia cognitiva. Esta convergencia tiene como objetivo “crear una nueva especie” en la que los límites entre lo biológico y lo artificial “se difuminen por completo”. En palabras del filósofo, se trata de “seres más sanos, más inteligentes, más empáticos y longevos”.
Esta idea de trascender los límites biológicos humanos no es nueva. Se remonta a Julian Huxley, quien acuñó el término en 1957, planteando la posibilidad de que la humanidad evolucione hacia una nueva forma de existencia.
Un ejemplo práctico se produjo a fines de enero de 2024, cuando Neuralink, una empresa de neurotecnología estadounidense propiedad del magnate Elon Musk, implantó un chip cerebral en el primer paciente humano, quien al poco tiempo pudo ser capaz mover el cursor de su computadora sólo utilizando la mente.
La misión de Nauralink, de acuerdo su sitio web, es: “Crear una interfaz cerebral generalizada para devolver la autonomía a aquellos con necesidades médicas hoy no satisfechas y desbloquear el potencial humano mañana”.