En un llamado a la paz en México, Mons. González González, Arzobispo de Acapulco en el estado de Guerrero, invitó a la conversión de la “narcocultura hacia la cultura de la vida, es decir, hacia la civilización del amor”.
Acapulco, que ocupa el puesto 16 entre las 50 ciudades más violentas del mundo, enfrenta desafíos significativos debido a las disputas por el control de territorio y rutas del tráfico de drogas entre diversos grupos criminales.
Ante esta situación, la Iglesia Católica en el estado de Guerrero ha buscado acercamientos con líderes de organizaciones criminales en busca de soluciones pacíficas. El P. José Filiberto Velázquez Florencio, de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, fue una figura clave para que los grupos criminales se decidan a dialogar por la paz.
En su mensaje dominical del 17 de marzo, el Arzobispo de Acapulco exhortó a los mexicanos a unirse en oración por este propósito y a “no escatimar esfuerzos” para trabajar en la construcción de un México “más fraterno, que erradique todo aquello que atenta contra la dignidad de los ciudadanos”.
Para lograrlo, instó a “estar atentos y no dejar que [en] nuestro pensar, querer hablar o actuar se introduzcan símbolos, usos, costumbres para imitar o emular lo que hacen los miembros del narcotráfico o de la delincuencia organizada”.
El obispo advirtió que imitar este tipo de acciones “son caminos de muerte”.