Tradicionalmente, la Iglesia Católica ha denominado “Semana de Pasión” a la última semana de la Cuaresma, previa al inicio de la Semana Santa.
Se trata de un tiempo especialmente dedicado a profundizar en la reflexión sobre el sentido cristiano de la Semana Santa.
A pesar de los cambios litúrgicos realizados en la Iglesia durante el siglo XX, diversas celebraciones de la Semana de Pasión se han mantenido a través de las décadas, como es el caso del Viernes de Dolores, dedicado especialmente a los dolores que experimentó la Virgen María durante su vida, especialmente durante la Pasión y Muerte de Cristo.
En declaraciones a ACI Prensa, José Gálvez Krüger, director de la Enciclopedia Católica, destacó que para comenzar a vivir la Semana Santa “tiene que haber una preparación espiritual y psicológica”, de tal forma que las personas fijen “la atención en la Cruz y en la persona que está sufriendo en la Cruz, que es Cristo. No es cualquier sufriente, sino Quien manifestó Su gloria en el Tabor”.
Estos días, subrayó, sirven para que el fiel católico tome “conciencia de cuánto cuesta el alma humana y cuál ha sido el precio que se ha pagado”.