Un camino a seguir para otros países
Otra cuestión ya planteada por muchos comentaristas en todo el mundo es el impacto global de esta acción legislativa de Francia, que aún conserva una considerable influencia cultural, especialmente entre sus vecinos europeos.
De hecho, animada por el éxito de la votación en el Congreso de Versalles y el coro de elogios internacionales, una de las principales promotoras de la enmienda constitucional propuesta, la diputada de izquierda Mathilde Panot, anunció el 4 de marzo que presentaría una nueva resolución para que el derecho al aborto se consagre en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. El texto pide al gobierno francés que "se movilice diplomáticamente con los Estados miembros de la UE y la Comisión Europea para garantizar que la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea garantice el derecho al aborto".
Una resolución similar ya había sido adoptada por el Parlamento Europeo en 2022 después de la decisión de Dobbs de Estados Unidos, pero sin fuerza vinculante, ya que la Unión Europea no tiene competencia para definir la política sanitaria, que sigue siendo competencia de los Estados miembros.
Al otro lado de los Alpes, las organizaciones provida ya están llamando a la movilización para impedir la exportación del modelo francés.
"Esta es una trágica regresión de la civilización y no del progreso", escribió la ONG italiana Provita e Familia en un comunicado de prensa emitido en la noche del 4 de marzo. "Hacemos un llamamiento a todos los italianos provida: evitemos que Italia termine como Francia uniendo fuerzas en una gran redención civil que defienda la humanidad de los concebidos".
¿Una llamada para despertar?
La radicalización de los movimientos pro-aborto en Francia parece haber tenido el efecto inesperado de galvanizar a las fuerzas de la oposición, que se reunieron en las calles de Versalles en el momento de la votación en el Congreso, y cuyos líderes están considerando estrategias más efectivas e innovadoras para defender la vida.
En un editorial publicado a raíz de la votación del 4 de marzo, la revista Famille Chrétienne pide que se inspiren en las acciones concretas de los provida estadounidenses, que han "construido centros de maternidad junto a las clínicas de Planned Parenthood [...] imaginaron equipos móviles para salir al encuentro de familias aisladas y ayudarlas a descubrir, a través de una simple ecografía, la realidad del 'pedacito de hombre' que está naciendo".
Los obispos franceses, a menudo criticados por su falta de audacia y su retirada gradual de los debates públicos, han sido esta vez mucho más vocales en la denuncia de los ataques a la dignidad humana en el país, incluidos los continuos debates sobre la eutanasia que se reanudarán en los próximos meses.
Y mientras los sacerdotes jóvenes tocaban las campanadas de sentencia de muerte en sus iglesias en señal de protesta en varias ciudades francesas, empezando por Versalles, las iniciativas de oración, como el sitio web "Va, Vis, Prie" —cuyo objetivo es que se recen al menos tantos rosarios de reparación como abortos hay cada año, en 50 ciudades diferentes— están forjando las armas espirituales del país.
Los años venideros bien podrían ser los de un cambio colectivo más profundo en la conciencia espiritual, intelectual y política, más aún cuando el país, como el resto del Viejo Continente, está atrapado en la dura realidad del invierno demográfico, con el número de nacimientos en 2023 en su nivel más bajo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, no ha escapado a algunos observadores la curiosa coincidencia de la declaración de Emmanuel Macron sobre la necesidad de "rearmar" demográficamente a Francia y la inclusión del aborto en la Constitución.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.
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