Santo Tomás de Aquino, quien partió al paraíso un día como hoy hace 750 años, tiene un pasaje poco conocido en su vida relacionado con su hermana, a quien quería mucho. Se dice que ella se le apareció para pedirle su ayuda en el purgatorio y el santo averiguó lo que Dios pensaba de él.
Los historiadores señalan que cuando Santo Tomás entró a la Orden de Predicadores (dominicos) su familia noble no estuvo de acuerdo. Es así que su mamá pidió a sus dos hijos mayores y militares para que atraparan a su hermano. Ellos lo encarcelaron en un castillo e intentaron de varios modos, incluso a la fuerza, hacerlo desistir de su vocación.
En el libro Vidas de los Santos, del P. Alban Butler, se indica que la única que podía visitar al santo era su hermana. Varios autores no presentan el nombre de esta mujer, pero sí coinciden en que era la hermana mayor. No obstante, el P. Butler precisa que ella se llamaba Marotta.
De acuerdo a la obra Año Cristiano, del P. Juan Croisset, la hermana de Santo Tomás fue por mandato de la mamá para desanimarlo de su opción religiosa, pero al final ella también terminó con inquietud vocacional y llegó a ser abadesa en un convento, donde murió fiel al Señor.
Por otro lado, en el libro Vida histórica de Santo Tomás de Aquino, escrito por el dominico P. Antonio Touron, se narra lo que pasó con esta hermana luego de su muerte. El sacerdote indica que esto incluso lo dice “un autor contemporáneo”, y en el pie de página da las iniciales “Guil. Toc.”, lo que podría sugerir que se trata de Guillermo de Tocco, el biógrafo del santo.
Cierto día, Santo Tomás estaba en oración cuando se le apareció su hermana religiosa, quien le dijo que estaba en el purgatorio y le rogó “que la ayudase con sus sacrificios á satisfacer la justicia de Dios”. El santo así lo hizo y sumó más mortificaciones a sus plegarias por su querida hermana.