Este 7 de marzo se conmemoran los 750 años de la muerte de Santo Tomás de Aquino, patrono de la educación católica, quien pronunció una última profecía y una emotiva oración antes de partir al Cielo. Además, el santo habría dicho la letra de su hermoso canto que se entona hasta hoy en toda la Iglesia Católica.
En el relato de la muerte de Santo Tomás escrito por fray Guillermo de Tocco, biógrafo del santo, y que fue publicado por el sitio web tomasdeaquino.org, administrado por el Instituto del Verbo Encarnado, se describe que el Doctor Angélico se dirigía a Roma, pero con problemas de salud.
Al pasar por la Abadía de Fossanova de los monjes cistercienses, al sur de Roma, aceptó quedarse allí para recuperar fuerzas.
En el claustro, le dijo a su compañero la siguiente profecía: “Reginaldo, hijo mío, aquí será mi descanso para siempre, aquí viviré porque lo he deseado”. Ante esto, los frailes dominicos que lo acompañaban se pusieron a llorar.
Con el pasar de los días, Santo Tomás, postrado en cama, empeoró cada vez más. Algunos monjes, viendo que se acercaba su hora, le pidieron que les dejara un recuerdo. Él, a pesar de su condición, no dejó de ser un gran educador y les dio una breve reflexión sobre el Cantar de los Cantares, un libro del Antiguo Testamento con cantos y poemas al amor.
Más adelante Santo Tomás pidió que le dieran la comunión. Cuando vio llegar al Santísimo Sacramento, no le importó su estado y se postró en el suelo con lágrimas en los ojos para recibir a su Señor.