El Papa Francisco ofrece 7 claves sobre la gratuidad y el fracaso en la evangelización

En relación con la segunda pregunta, “¿qué nos da el Señor?”, el Papa Francisco explica que “la respuesta es sencilla: nos lo ha dado todo”. Entre otros bienes, ha citado “la vida, la creación, la inteligencia y la voluntad de ser dueños de nuestro destino, la capacidad de relacionarnos con él y con nuestros hermanos”.

“Además, —ha enfatizado— se nos ha dado a sí mismo innumerables veces”, por lo que “todo lo que tenemos es de Dios o es prueba y prenda de su amor. Si perdemos esa conciencia al dar y también al recibir, desvirtuamos su esencia y la nuestra”. 

La tercera clave del Papa Francisco responde a la pregunta para saber dónde se entrega el Señor, lo que supone a su entender “un punto de inflexión”, porque nos abre la puerta a un camino concreto.

Así, prosigue, “el Señor siempre se ha entregado a nosotros, tomando en sus manos nuestro barro, nuestro pecado, nuestra inconstancia”, de tal manera que lo hace “en medio de su Pueblo”, motivo por el cual el Papa llama a no evitar “a los ciegos, a los que yacen al borde del camino, a los que están cubiertos de lepra o de miseria”. 

Llegado este punto, el Papa responde ofrece otras dos claves que responden a la pregunta sobre “¿cómo y cuándo?” se entrega Dios a su pueblo. “Siempre y totalmente”, subraya el Pontífice, de tal manera que “Dios no pone límites: mil veces pecamos, mil veces nos perdona”. 

“Espera en la soledad silenciosa del Sagrario a que volvamos a él suplicando nuestro amor”, detalla el Papa. 

A la sexta pregunta y clave, “¿por qué da?”, el Pontífice afirma que “podemos concluir que la gratuidad es imitar el modo en que Jesús se entrega por nosotros” debido a que los hace “por amor”. Se refiere a un amor que “no tiene agenda, no coloniza, sino que se encarna, se hace uno de nosotros, mestizo, para hacer nuevas todas las cosas”. 

La séptima y última pista sobre cómo armonizar la expectativa de resultados y la gratuidad de la misión apostólica responde a la pregunta por el fin. 

“Así, el esfuerzo no es inútil porque tiene un fin”, explica el Papa, de tal manera que “abrazar la cruz no es un signo de fracaso, no es un esfuerzo vano, es unirnos a la misión de Jesús”.