El 5 de marzo se conmemora a San Gerásimo. Según una antigua tradición, cerca al río Jordán, él tenía un león como mascota que hizo un emotivo y cariñoso gesto ante su tumba. El animal es recordado hasta hoy con estatuas en un santuario religioso, que tiene una cueva donde se habría refugiado la Sagrada familia en su huida a Egipto.
De acuerdo al libro Vidas de los Santos del P. Alban Butler, San Gerásimo nació en Licia, sur de la actual Turquía. Se volvió ermitaño y viajó a Tierra Santa. Él creía en la herejía del eutiquianismo, donde Cristo no tenía dos naturalezas (Dios y hombre), sino sólo la divina. Algo que combatió por ese tiempo el gran San León Magno (400-461 d.C).
Con ayuda de San Eutimio, San Gerásimo dejó esa falsa creencia teológica y más adelante tuvo muchos seguidores que querían seguir su estilo de vida radical.
Más adelante fundó una laura, cerca al río Jordán. De acuerdo a la Enciclopedia Católica esta palabra viene del griego y significa “camino estrecho”. Este centro semieremítico (casi ermitaño) del santo tenía un cenobio (monasterio) y aparte 70 celdas donde sólo algunos vivían como ermitaños de lunes a viernes.
San Gerásimo y el león
En el libro de Butler se describe un relato tomado del texto “Prado espiritual”, que según los católicos maronitas fue escrito por el monje Juan Mosco en el siglo VII. Allí se describe que San Gerásimo estaba a orillas del Jordán cuando vio a un león que cojeaba porque tenía incrustada una espina en la pata. El santo se la extrajo, lo curó y el animal se quedó con él.