13 de diciembre de 2024 Donar
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Fiducia supplicans: Obispo dice que “el diablo metió la cola” en bendiciones a parejas homosexuales

Mons. Alberto Sanguinetti/ Crédito: Conferencia Episcopal del Uruguay

El Obispo Emérito de Canelones (Uruguay), Mons. Alberto Sanguinetti, se refirió en un artículo publicado en su sitio web personal a las bendiciones permitidas según el documento Fiducia supplicans, afirmando que “el diablo metió la cola”, y que la declaración en sí trae “confusión”.

Bendición a dos personas homosexuales en Uruguay

Refiriéndose puntualmente a la reciente bendición a dos personas homosexuales aprobada por el Obispo de Maldonado, Mons. Milton Tróccoli, que tomó gran relevancia en Uruguay por tratarse de personalidades públicas, el Obispo Emérito de Canelones lo definió como “un show carnavalesco” con “un gran tropezón en el baile”.

Mons. Sanguinetti describió aquello como una bendición “casi teatral sobre cada uno de dos varones, sentado uno junto a otro, que celebraban su vinculación a modo de pareja legal”.

Para el obispo se trató de “un verdadero tropezón, es decir un escándalo, en el sentido de dar el pie contra la piedra, en el camino de testimoniar el Evangelio de Jesús, de testificar la libertad de la Iglesia de las presiones del mundo”.

Recordando el texto de Fiducia supplicans, señaló que en ella y en los sucesivos comentarios se decía “que se trataba de bendiciones espontáneas, sin forma, al paso, en ocasiones subitáneas, acotadas a 15 segundos”. 

Sin embargo, el caso de la bendición a Carlos Perciavalle y Jimmy Castilhos “fue un acontecimiento propio de la ‘farándula’, de ‘ricos y famosos’, con amplia cobertura mediática”, detalló.

“La ficción de privacidad no podía ser mayor. El hecho fue proclamado en la prensa. Los personajes son más que conocidos. Las mismas bendiciones, con poca gente alrededor, fueron ante periodistas y fotógrafos, que tenían la misión de proclamarlas urbi et orbi”, precisó.

“Nada claro quedó el juicio –sí, el juicio– de la Iglesia, sometida a la Palabra de Dios recibida en la Tradición viva y constante, que debía iluminar a los solicitantes y quienes los acompañaban, y también al Pueblo santo de Dios y a la sociedad entera”, lamentó.

“Las palabras y los gestos tienen significado en un conjunto. Los involucrados ya habían anunciado todo esto desde el año pasado”, recordó. “Los dos varones, que pedían la bendición, dos días antes habían firmado un contrato legal, mal llamado matrimonio y, en la manipulación lingüística, proclamado igualitario”, añadió. 

“Ahora bien, la fe católica no reconoce el matrimonio de personas del mismo sexo, por ir contra la razón y contra la Palabra de Dios y toda la realidad del ser humano. De aquí que indica que los católicos no deben de ningún modo apoyar su existencia. En este contexto se dieron las bendiciones. Más aún, por este motivo estaba preparada a continuación una fiesta para varios centenares de personas”, describió.

“Ambos ‘bendecidos’, parecen avalar las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. En cambio, la Iglesia, basada en la ley natural y en la ley revelada por Dios, ambas coincidentes, enseña que son desordenadas y pecaminosas las relaciones sexuales fuera del matrimonio de varón y mujer. Tales relaciones entre personas del mismo sexo son gravemente malas por su naturaleza, ofenden a Dios, en su sabiduría y bondad y deforman su imagen en el hombre”, explicó.

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“Nada de esto quedó claro. Repito: los actos tienen su contexto. Aquí se entendió que no hubo sacramento del matrimonio. Pero al mismo tiempo pareció que eso no importa mucho, démosle pa’lante con casamiento civil para personas del mismo sexo, a la unión carnal entre los mismos”, señaló.

En ese sentido, criticó la “banalización generalizada” de la dignidad del ser humano, su cuerpo, el sexo y el amor, la familia, el llamado a la santidad.

El obispo emérito consideró que la declaración vaticana “no obligaba a esto” y aclaró a quienes piensan que “se bendecía el amor, no la situación, y que el amor hay que bendecirlo siempre”, que esto no es verdad. “El amor puede ser ordenado o desordenado, y todos sabemos que lo es con frecuencia”, señaló.

“El amor verdadero es regido por la verdad y el bien objetivo, está dirigido por el amor a Dios sobre todas las cosas y el amor al prójimo según el amor de Dios, es decir según sus mandatos, sus preceptos. Este es el camino del verdadero amor y la verdadera libertad”, planteó.

Las críticas a Fiducia supplicans

El prelado también consideró que los pastores muchas veces callan por no romper “la unidad de la Iglesia”. Sin embargo, a veces “el mismo amor a la unidad pide manifestarse, sobre todo cuando está en juego la salud de las almas”, enfatizó.

“La división en este asunto nació de la Fiducia supplicans. Basta con ver el número y la calidad de las intervenciones que, manteniendo la comunión con el obispo de Roma, señalan las deficiencias del documento y, si tienen carga pastoral, cierran sus jurisdicciones a las bendiciones propuestas”, precisó. 

“No faltará quien acuse a estas posturas, incluida la nuestra, como rígida, leguleya, desconocedora de la misericordia de Dios y de la condición humana”, anticipó el prelado. SIn embargo, explicó: “La Iglesia no recibe su mirada y su juicio sobre el hombre y la humanidad de sí misma, ni mucho menos del mundo, sino de Dios como se ha manifestado en la Historia de la Salvación, definitivamente en Cristo, y como Ella misma ha custodiado el depósito en siglos”.

El llamado a la conversión

“Por eso, la Iglesia llama a la conversión y, sobre todo, a creer en la misericordia divina, en la verdad de su Palabra, en su auxilio y gracia, que nos permiten vivir en humildad una vida de justicia, es decir, de santidad”, resumió.

“Anunciamos la belleza de la vida honesta y casta, así como el combate contra la concupiscencia desordenada, el egoísmo, las tinieblas provenientes del pecado, la necesidad de ser salvados por la gracia de Dios”, añadió.

Y haciendo referencia al camino de “verdad, castidad, pureza” al que convoca la Iglesia, advirtió que en la cultura actual “es ampliamente rechazado este plan sapiente y maravilloso del Creador y Padre”.

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A raíz de la bendición en Uruguay, “muchos fieles están confundidos”, aseguró, cuestionando el daño que se le hace “a la multitud que lucha, con la mirada a lo alto, por llevar una vida afectiva y sexual concorde con la razón y el Evangelio, sea con atracción hacia el sexo complementario, sea hacia el propio”.

Finalmente, acudió al testimonio del Beato Jacinto Vera, primer obispo de Uruguay, quien “tuvo que enfrentar violentas luchas ideológicas, frente a poderes muy fuertes, incluido el mediático. Él padeció desprecios, insultos, difamaciones e injustas medidas de fuerza”, y sin embargo “no dejó de anunciar toda la verdad del Evangelio”.

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