Cuatro obispos católicos protagonizaron titulares de los medios de comunicación tras conocerse que sostuvieron encuentros con miembros del crimen organizado en el estado mexicano de Guerrero. Dos expertos abordan las razones que llevaron a los prelados a esa situación.
Fue el Obispo de Chilpancingo-Chilapa, Mons. José de Jesús González, quien confirmó en una conferencia de prensa el 14 de febrero que los prelados de la Provincia Eclesiástica de Acapulco “empezamos a buscar diálogos con los jefes [criminales] que podrían brindarnos la paz”. Sin embargo, lamentó que “no se logró” ese cometido.
Los otros tres prelados que participaron en los intentos de diálogo fueron el Arzobispo de Acapulco, Mons. Leopoldo González; el Obispo de Tlapa, Mons. Dagoberto Sosa; y el Obispo de Ciudad Altamirano, Mons. Joel Ocampo.
La Iglesia Católica “no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento”
Entrevistado por ACI Prensa este 21 de febrero, el P. Mario Ángel Flores Ramos, director del Observatorio de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y ex rector de la Universidad Pontificia de México, se refirió a lo que considera los dos puntos principales que llevaron al diálogo de los obispos con el crimen organizado.
En primer lugar, el P. Flores Ramos señaló que la Iglesia Católica “no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de la comunidad”. El sacerdote mexicano indicó que los párrocos, como parte activa de la sociedad, “están en contacto directo con las realidades que enfrenta la población, lo que motiva a la Iglesia a procurar la superación de conflictos y actuar como mediadora en situaciones de crisis”.