Muchas prácticas de Cuaresma son, por su naturaleza, privadas e individuales; pero esto no significa que este tiempo de preparación se centre esencialmente en uno mismo. Todo lo que hacemos como cristianos es como comunidad, y como nuestra familia es una comunidad, podemos compartir nuestra Cuaresma con ellos, así como sucede con cualquier otra cosa que sea hermosa, importante y profunda.
En ese sentido, las siguientes son actividades destinadas a compartirse en el hogar. Sin embargo, siéntase libre de explorarlas y agregar sus propias tradiciones religiosas familiares:
1. La hora de la cena es tiempo de familia. Trate las comidas como un tiempo sagrado que debe ser respetado y honrado. Siempre habrá emergencias, y los horarios complicados siempre serán difíciles de trabajar, pero se debe hacer el esfuerzo para disfrutar este momento en familia.
2. Dar las gracias antes de las comidas, tanto en los restaurantes como en casa. En términos generales, uno puede tomar en serio la advertencia de Cristo de rezar lejos de las miradas indiscretas, pero cuando se hace por el bien de los demás, puede ser un medio suave y eficaz para evangelizar. Al igual que otras muestras públicas de piedad, esto podría parecer poco modesto, pero es una oportunidad magnífica para darle a Dios lo que es suyo.
3. Una familia que reza unida, permanece unida. Muchos de los problemas del mundo son un resultado directo de no traer a Dios a nuestras vidas. La oración puede unir, sanar, aclarar, dilucidar y motivar. Se puede comenzar dando gracias por las comidas y luego continuar con el Rosario. En este mundo, sólo esto puede ayudar.
4. Bendecir la casa. Es una sensación cálida y reconfortante tener un hogar bendecido y dedicado. Si en la familia no hay un amigo sacerdote para hacer los honores, la parroquia puede hacer las coordinaciones para que alguno la visite. Se podría bendecir el hogar dos veces al año, una vez durante el Adviento y la otra en la Cuaresma. Esto ayudará a la familia a tener en cuenta el cambio de los tiempos litúrgicos y la santidad de la vida familiar.