La situación de los cristianos en Mozambique se ha agravado en las últimas semanas, obligando a misioneros, sacerdotes y religiosas a abandonar la localidad de Mazeze, por los ataques yihadistas que comenzaron el 9 de febrero.
Ya desde principios de 2024 la situación de violencia iba en aumento, cuando grupos armados islamistas en el norte del país intensificaron sus actividades, causando “un ambiente de miedo e inseguridad” en la población, según explicó la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés).
El epicentro de los ataques es la provincia de Cabo Delgado, cuya capital es Pemba. Allí se ha refugiado la mayoría del clero católico desplazado por los ataques terroristas, que han quemado casas e iglesias, según expresó a ACN un misionero que se mantuvo bajo anonimato por motivos de seguridad.
Otra misionera declaró a la fundación pontificia que los yihadistas han ganado terreno en Cabo Delgado, pero que “el objetivo final de estos movimientos y ataques” no está claro todavía.
Desde 2017, estos grupos armados se han revelado contra estructuras militares o gubernamentales y han atacado a comunidades civiles. Aunque tanto musulmanes como cristianos han sido víctimas del terror en varias ocasiones, desde ese año también se han registrado “ataques específicamente dirigidos a objetivos y comunidades cristianas”, explicó ACN.
“Muchos misioneros también han sido obligados a desplazarse”, afirmó un sacerdote local a la fundación. Además, indicó que la decisión de muchos religiosos de abandonar Mazeze y huir a Pemba fue una manera de proteger a la gente.