La Iglesia Católica posee una serie de prácticas y tradiciones que marcan el calendario litúrgico y guían la vida espiritual de sus fieles. Entre estas se encuentran el ayuno y la abstinencia durante la Cuaresma, el periodo de 40 días de preparación para la celebración de la Pascua.
De acuerdo al Código de Derecho Canónico, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días obligatorios de ayuno y abstinencia para los católicos. Además, “a no ser que coincidan con una solemnidad”, todos los viernes del año son días obligatorios de abstinencia.
Para los fieles de rito latino, las normas sobre el ayuno son obligatorias desde los 18 hasta los 59 años. Mientras que las normas sobre la abstinencia de carne son obligatorias a partir de los 14 años.
¿Por qué el ayuno y la abstinencia son una obligación?
La respuesta más corta sería porque así lo establece el canon 1249, que señala: “Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia” en los días fijados (…) “sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia”. Sin embargo, la explicación es más profunda.
Ambas prácticas no son meros rituales vacíos, sino que son parte constitutiva del arrepentimiento, de apartarse del pecado y volver a Dios con una verdadera conversión interior. Cristo mismo dijo que sus discípulos ayunarían una vez que Él hubiera partido (Lucas 5, 35). La ley general de penitencia, por lo tanto, es parte de la ley de Dios para el hombre.