23 de noviembre de 2024 Donar
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El Papa Francisco explica cómo recuperar la alegría de vivir cuando todo parece carecer de sentido

El Papa Francisco en la Audiencia General/ Crédito: Vatican Media

Continuando con su ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes, el Papa Francisco reflexionó en la Audiencia General de este miércoles 14 de febrero sobre la acedia, una tentación poco conocida pero “muy peligrosa” que provoca que “la vida pierda su sentido” y cuyo remedio es la “paciencia de la fe”.

Al inicio de su catequesis impartida desde el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre explicó que, a menudo, este término suele sustituirse por el de la pereza. Sin embargo, precisó que la pereza es una consecuencia de la acedia, cuya raíz en griego significa “falta de cuidado”.

El Pontífice se refirió a este vicio como “una tentación muy peligrosa”, cuya víctima “es como si fuera aplastada por un deseo de muerte: todo le disgusta; la relación con Dios se le vuelve aburrida; y también los actos más santos, los que le habían calentado el corazón, ahora, le parecen completamente inútiles”.

Precisó además que una persona que cae en esta tentación “empieza a lamentar el paso del tiempo, y la juventud que queda irremediablemente atrás”.

“El demonio del mediodía”

El Papa Francisco recordó que la acedia suele definirse también como “el demonio del mediodía”, ya que “nos atrapa en mitad del día, cuando la fatiga está en su ápice y las horas que nos esperan nos parecen monótonas, imposibles de vivir”, algo que “recuerda mucho el mal de la depresión”.

Añadió también que este vicio “es como morir por anticipado” y provoca que “la vida pierda su sentido”, haciendo que rezar parezca aburrido e incluso que “cada batalla parezca carecer de significado”.

¿Cómo vencer esta tentación?

El Papa Francisco explicó que, para vencer esta tentación, es necesaria la paciencia de la fe: “aunque bajo el azote de la acedia el deseo del hombre sea estar en otra parte, escapar de la realidad, hay que tener en cambio el valor de permanecer y acoger en mi aquí y ahora, en  mi situación tal como es, la presencia de Dios”. 

Precisó que “el demonio de la acedia quiere destruir precisamente esta alegría sencilla del aquí y ahora, este asombro agradecido de la realidad; quiere hacerte creer que todo es en vano, que nada tiene sentido, que no vale la pena preocuparse por nada ni por nadie”. 

En este sentido, afirmó que “la acedia es una batalla decisiva que hay que ganar a toda costa”, una batalla en la que también han luchado muchos santos de la Iglesia, en cuyos diarios confiesan “verdaderas noches de fe, en las que todo parecía oscuro”.

El Santo Padre remarcó que “estos santos nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe”. 

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“Recomendaban, bajo la opresión de la pereza, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano, pero al mismo tiempo aguantar,  perseverar apoyándose en Jesús, que nunca nos abandona en la tentación”, señaló. 

Además, el Papa Francisco aseguró que “la fe, atormentada por la prueba de la acedia, no pierde su valor”, sino que “a pesar de las tinieblas que la ciegan, sigue humildemente creyendo”.

“Esa fe que permanece en el corazón, como permanecen las brasas bajo las cenizas, siempre permanecen. Si alguno de nosotros cae en este vicio, en la tentación de la acedia, que trate de mirar dentro y custodiar las brasas de la fe”, dijo por último el Santo Padre. 

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