Aunque el P. Luis Albóniga, a decir del delegado de Comunicación del Obispado, Adrián Lomello, “nunca tuvo ninguna ambición de ser obispo”, su nombre comenzó a ser voceado como candidato tras la renuncia de los dos obispos elegidos por el Papa.
Al respecto, el P. Menilli aseguró que “dentro del clero de Mar del Plata, el sacerdote más visible es el padre Luis por haber sido el vicario general” y consideró que “la gente no hace más que aprobar su gestión”. En esa línea, agregó: “Si algún día me consultaran, diría que Luis es un buen candidato, pero el obispo no es resultado de una campaña o de una votación, sino de una elección del Papa”.
El P. Luis Albóniga no accedió a una entrevista con ACI Prensa, argumentando, en palabras del delegado de Comunicación, que no tenía “nada para decir”.
Sin embargo, a una semana de su llegada, el administrador apostólico designado por el Papa Francisco, Mons. Ernesto Giobando, anunció el traslado del P. Albóniga a la Diócesis de Jujuy, a 1.900 kilómetros de Mar del Plata, en el marco del mencionado “procedimiento canónico”.
La noticia generó consternación en la comunidad de fieles, que nuevamente se manifestó en apoyo al sacerdote, primero con el rezo de un Rosario en la parroquia Asunción de la Santísima Virgen, donde era párroco, y luego a través de las redes sociales.
El Diario La Capital publicó este miércoles una carta titulada “Nosotros, los fieles, también somos parte de la Iglesia”, escrita por la laica y catequista Mónica Lence, miembro de la comunidad parroquial del P. Albóniga. El texto condena el traslado, considerándolo “una aberración” por “la crueldad de la forma”.
En los últimos días trascendió también que Lomello, luego de casi cinco años de trabajo, dejó el cargo de delegado de Comunicación de la Diócesis y no se ha designado aún un reemplazo.
Las preguntas que nadie responde sobre el “lío” en la Diócesis de Mar del Plata
Lo ocurrido en Mar del Plata deja varias interrogantes sin responder. En primer lugar, llama la atención que luego de su renuncia, y pese a las acusaciones en su contra expuestas por el diario La Capital, Mons. Larrazábal permanezca como Obispo Auxiliar de San Juan de Cuyo.
Esta situación abre la puerta a varias preguntas: ¿Son ciertas las acusaciones vertidas por La Capital contra Mons. Larrazábal? De ser así, ¿por qué la Santa Sede le dio su respaldo? Y si, por el contrario, las acusaciones son falsas: ¿Hubo una operación mediática en su contra? ¿Quién la podría haber orquestado?
Además, cobra relevancia el hecho de que, luego de la publicación de las acusaciones contra Mons. Larrazábal en el diario La Capital y al posterior pronunciamiento de la Nunciatura en respaldo del Obispo, y ante las dudas en la comunidad, el Obispado de Mar del Plata —en ese momento bajo la administración del P. Albóniga— no hiciera pública su posición al respecto. ¿Se trató de un silencio involuntario, una falla en la gestión, o habría dentro del obispado local algún interés en que el nuevo pastor no tomara posesión?
Pero también queda por determinar el papel del P. Albóniga, quien luego de desempeñarse como administrador diocesano durante los tres periodos de sede vacante —tras el envío de Mons. Mestre a La Plata y las renuncias de Mons. Baliña y Mons. Larrazábal—, ha sido trasladado a una diócesis lejana para someterse a un “procedimiento canónico”.
¿Qué es lo que ha hallado el nuevo administrador apostólico, Mons. Giobando, para tomar esta decisión? ¿Por qué se está investigando al P. Albóniga? Son preguntas que merecen respuestas, especialmente para los fieles de Mar del Plata que consideraban que el sacerdote podía ser el indicado para asumir la dirección pastoral de la diócesis.
Y mientras el ex Administrador Diocesano es investigado, ¿la Santa Sede estudiará las denuncias contra Mons. Larrazábal?
Finalmente, la pregunta que sobrevuela la diócesis desde la salida de Mons. Mestre, y que se renueva por tercera vez en tres meses: ¿Quién será el nuevo Obispo de Mar del Plata?
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