En sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco reflexionó sobre las cadenas que oprimen al hombre y señaló que, cuando estas aparecen, lo peor que se puede hacer es dialogar con el diablo porque siempre se pierde, en cambio, alentó a invocar a Jesús quien vino a liberarnos de esas opresiones.
Pontífice explicó que el Evangelio de este 28 de enero “presenta a Jesús liberando a una persona poseída por un ‘espíritu maligno’, que la destrozaba y la hacía gritar sin cesar”.
El Santo Padre indicó a las 20.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro que el objetivo del demonio es poseer a las personas para encadenar sus almas. Señaló que algunas de estas cadenas son las adicciones; las modas dominantes que empujan al hombre “al perfeccionismo imposible, al consumismo y al hedonismo”, que lo mercantilizan y desvirtúan sus relaciones.
“Y también están las tentaciones y los condicionamientos que socavan la autoestima, la serenidad y la capacidad de elegir y amar la vida; está el miedo, que hace mirar al futuro con pesimismo, y la intolerancia, que siempre echa la culpa a los demás; y está la idolatría del poder, que genera conflictos y recurre a las armas que matan o se sirve de la injusticia económica y de la manipulación del pensamiento”, añadió.
Ante ello, el Papa Francisco ha asegurado que “Jesús vino a liberarnos de todas estas cadenas. Y hoy, al desafío del diablo que le grita: ‘¿Qué quieres [...]? ¿has venido a arruinarnos?’, responde: ‘¡Cállate, sal de él!’”.
El Pontífice ha recordado que Cristo “tiene el poder de expulsar al diablo” y de liberar a los hombres del poder del mal. Sin embargo, explicó que Jesús “expulsa al diablo, pero no dialoga con él”.